violencia de género

Irene se arma de valor tras una década de desconcierto: “Sufrí un pinchazo en el Cuadrilátero”

La tinerfeña fue víctima de la agresión cuando se dirigía a la popular zona de ocio de La Laguna, pero no fue consciente de los hechos hasta que llegó a casa: "Vi la marca y un poco de sangre en la ropa interior"
Irene se arma de valor tras una década de desconcierto: "Sufrí un pinchazo una noche en el Cuadrilátero"
Imagen de archivo del Cuadrilátero, en La Laguna, junto a una marca de pinchazo. | DA

“Lesiones por pinchazo“. Se trata de la denuncia que desde hace semanas preocupa a las mujeres del país después de que comunidades como Cataluña, Andalucía, Cantabria o País Vasco registrasen más de medio centenar de agresiones comprendidas dentro de la sumisión química, cuya finalidad es anular la voluntad de las víctimas mediante el uso de fármacos o drogas.

Las afectadas declaran un mismo patrón: sienten un pinchazo, sobre todo en brazos o piernas, mientras disfrutan del ocio nocturno y, en cuestión de minutos, comienzan a padecer mareos y vómitos, llegando incluso a perder el control de su cuerpo.

A pesar de que las autoridades españolas no han identificado una motivación clara por parte de los agresores -se baraja la violación como causa principal-, es considerada una forma de violencia machista. De hecho, han sido numerosos los protocolos de actuación que estos días se han difundido en redes sociales para las afectadas que sospechen haber percibido un pinchazo: avisar a las personas del entorno, contactar con la Policía y acudir cuanto antes a un centro hospitalario son algunas de las recomendaciones.

El número de casos, que suelen tener lugar en eventos multitudinarios, sigue en aumento. Y aunque en Canarias aún no se han confirmado demandas similares, sí han sucedido. Irene González se ha armado de valor después de 10 años debido a las imágenes de pinchazos que desde hace días observa en Twitter. Y es que jamás ha olvidado el lamentable episodio.

Corría el año 2012 y la tinerfeña, que en esa época era estudiante de la Universidad de La Laguna, se dirigía con sus amigos a la zona de ocio nocturno del Cuadrilátero, ubicada en la Ciudad de los Adelantados. “Nos cruzamos con un grupo de personas cerca de la calle Heraclio Sánchez cuando, de repente, noté un golpe en la nalga que empezó a dolerme bastante”, relata a DIARIO DE AVISOS la afectada, quien se quedó totalmente desconcertada con la supuesta agresión que acaba de sufrir sin razón aparente.

Sin embargo, prefirió olvidar lo sucedido y pasárselo bien, pero “al llegar a casa descubrí la marca de un agujero rojo en la nalga y un poco de sangre en la ropa interior”. “Me preocupé bastante y se lo conté a mis amigos, pero le quitaron importancia; tampoco se me ocurrió que fuera algo relevante”, asegura la víctima, que por aquel acababa de cumplir los 20 años en un contexto social completamente diferente al actual. No acudió a la Policía ni a un centro hospitalario, y tampoco lo contó en su entorno: “Ahora entiendo la importancia de denunciar los hechos porque esto no debería ocurrir, ya que para mí fue horrible”.

Dentro del panorama sobrecogedor, afortunadamente Irene no recuerda haber sentido malestar ni fatiga, pero sí una invasión directa hacia su integridad física e intimidad. “Lo cuento ahora por si alguien también fue víctima en el pasado o está siendo en el presente, y también para que los agresores reflexionen acerca de sus actos”, agrega.

Delito con agravante de género

Precisamente este miércoles, la ministra de Justicia, Pilar Llop, ha puntualizado que los pinchazos a mujeres suponen un delito de lesiones con agravante de género. Asimismo, señala que desde el Gobierno se investiga en descubrir la intención de los mismos: “Necesitamos saber qué pasa en el fenómeno del pinchazo, no sabemos si hay sustancias en determinados casos, pero es un hecho grave porque se nos expulsa de espacios de diversión y ocio donde queremos estar”.

La responsable ha pedido a las víctimas que acudan a los servicios de seguridad de los centros de ocio, que se acerquen rápidamente a un centro de salud para realizarse las pruebas toxicológicas pertinentes y que, finalmente, presenten una demanda. Por su parte, admite que en su departamento están “muy vigilantes” con todas las herramientas con las que cuentan desde el Instituto de Toxicología.

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