Un año después de la erupción del volcán de Cumbre Vieja quedan muchas cosas por hacer, pero el sector platanero, uno de los más afectados por la expulsión de lava durante 85 días, ve el futuro con “moderado optimismo”. “Lo hemos pasado muy mal”, aseguró a este periódico el presidente de Asprocan, Domingo Martín, “pero el proceso de obtención de ayudas está en marcha y espero que antes de final de año empiecen a llegar a los productores”. “Hay que esperar, pero el sector está muy unido y no quiere tirar la toalla sino apostar por el cultivo”. De esta forma, Martín asegura que la producción del plátano en la Isla estará recuperada en un 90% en al menos dos años, eso sí, “si no hay problemas con las instalaciones de riego”.
Para que nos hagamos una idea, en la Isla hay que recuperar 600 hectáreas afectadas, de un total de 2.747. En 2021, el sector tenía en La Palma 5.300 productores, de los 8.000 que hay en el Archipiélago, y comercializó el 32% de la producción total de las Islas, que superó los 400 millones de kilos, según datos de Asprocan.
La organización señala que la Isla Bonita exportaba una media de 140 millones de kilos anuales de plátanos, dando empleo a más de 11.000 personas, en un territorio de unos 85.000 habitantes, con labores que van desde la propia producción hasta el transporte del producto. En cambio, en el último año la pérdida de la producción en La Palma superó los 53 millones de kilos en relación con la media de los últimos 10 años.
Martín distinguió entre dos tipos de zonas afectadas por el volcán: las que quedaron aisladas por la colada y sin acceso de personas o servicios, entre ellos el agua de riego, y, por otro lado, las que quedaron sepultadas.
Concretamente, se trata de 217 hectáreas, con cerca de 600 familias productoras y otros tantos empleos que quedaron “sepultadas por un mar de lava que dejó sin medio de vida a todos ellos”, y, un año más tarde, se mantienen gracias a las ayudas percibidas para compensar la fruta perdida entre septiembre de 2021 y agosto de 2022 y las ayudas comunitarias del Posei, con las que ya contaban. Situadas entre coladas o al sur del volcán, y destruidas, además, por la ceniza que caía desde Cumbre Vieja, muchas de estas hectáreas continúan sin acceso o sin servicios mínimos para su puesta en producción.
Ahora, los productores afectados requieren, en primer lugar, asegurar sus ingresos de fondos comunitarios hasta 2027 para todos los que se comprometan con la recuperación del cultivo en la Isla, y finalizar la valoración urgente de las propiedades para fijar la reordenación y recuperación de los terrenos, “ya que, a día de hoy, ninguno de ellos ha percibido ningún tipo de compensación por la pérdida material que tuvo por la catástrofe”, señalan.
Martín valora el “esfuerzo importante” del Gobierno de Canarias por disponer de unas desaladoras temporales de agua de mar para asegurar el riego, pero recuerda que “las hectáreas que no se han replantado deberán esperar un año más, con lo que esto representa de pérdida para todos sus propietarios”. “Nuestra prioridad indiscutible es la recuperación del cultivo en La Palma, y estamos volcados en trabajar y colaborar con todas las instituciones para que todos los agricultores afectados puedan recuperar su medio de vida”, asegura.
La paciencia que están teniendo muchos productores después de haber visto cómo su medio de vida se destruye está siendo infinita, pero esperan que a finales de este año empiecen a llegar las ayudas prometidas para que el sector comience a levantar cabeza poco a poco y el 90% de la zona afectada pueda estar recuperada en unos años. “Este es el objetivo”, dice. “Hay que lanzar un mensaje positivo”.