El Gobierno de Canarias tendrá que responder por escrito si fue informado a tiempo del tan reciente como notable riesgo medio ambiental que supuso para las Islas la navegación entre Gran Canaria y Fuerteventura de un viejo portaviones francés luego vendido a Brasil y que incumple, dada la tremenda toxicidad de los materiales que contiene el mismo, no pocas normativas sobre el tráfico marítimo.
En concreto, ha sido un diputado de la formación nacionalista Coalición Canaria, José Alberto Díaz-Estébanez, quien presentó ayer ante la Mesa del Parlamento autonómico una pregunta dirigida al consejero de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial del Gobierno de Canarias, José Antonio Valbuena, para que informe si el Ejecutivo al que pertenece supo oficialmente o no que el hoy llamado Sao Paulo pondría en peligro la semana pasada -por citar un ejemplo evidente- zonas tan sensibles para la economía isleña como las turísticas existentes en las referidas Islas, tal y como adelantó en su momento DIARIO DE AVISOS.
A este respecto, ya se informó de que la Delegación del Gobierno de España en Canarias sí sabía del tema, dado que fuentes de la misma reconocieron a este periódico que monitorizaron en todo momento el lentísimo paso del Sao Paulo, otrora llamado Foch, uno de los dos portaviones de la clase Clemenceau que Francia botó a mediados del siglo pasado.
El otrora prestigioso buque galo hoy no es más que una monumental montaña de chatarra. Durante todo un fin de semana, navegó por el corredor de aguas internacionales existente entre ambas islas gracias a que un remolcador holandés tiraba del mismo con destino oficial para desguace en Turquía, en realidad falso ya que este país ha prohibido terminantemente que atraque en sus dominios.
De la gravedad del tema dan cuenta prestigiosas ONG de países como Bélgica y EE. UU., que advirtieron entre otros al Gobierno de España de las toneladas y toneladas de materiales altamente contaminantes como el amianto, e incluso residuos radioactivos generados por la participación de este buque en pruebas nucleares llevadas a cabo por Francia en el Océano Pacífico durante la Guerra Fría, y que sigue portando en la pintura de cadmio que se usaban como supuesta protección ante las mismas.