Georgias del Sur, el llamado Serengueti antártico, es el destino que alcanzó ayer el lagunero Juan Diego Amador, nuestro más afamado montañero, tras embarcarse durante seis días en un velero para seguir la ruta de Sir Ernest Shackleton realizó en 1914, después de sortear varias vicisitudes que le retrasaron, con la pérdida de un equipaje que tardó en llegar una semana a las Islas Malvinas, el último lugar a donde los expedicionarios pudieron llegar en avión, tras un periplo de cinco vuelos y más de cuarenta horas por Madrid, Lima, Santiago de Chile, Punta Arenas y Mount Pleasant en Malvinas.
“Por fin llegamos a las Islas Georgias del Sur y fondeamos, aunque aún no podremos desembarcar por culpa del mal tiempo reinante. Según Ezequiel, nuestro capitán, las condiciones de navegación hasta ahora han sido favorables, y hemos invertido un día menos de lo estimado para navegar las 750 millas náuticas que nos separan de Las Malvinas. Hasta aquí nos empujaron vientos de entre 20 y 30 nudos que nos han permitido una velocidad media de desplazamiento de en torno a 6 nudos sobre el fondo del océano. Sin embargo, estas mismas condiciones nos impiden hoy llegar a tierra con seguridad”, comenta Juan Diego.

“Nuestra idea original era acceder a la isla por el oeste, para desembarcar en la bahía del Rey Haakon y desde ahí comenzar la travesía, pero lamentablemente la meteorología empeoró significativamente y las previsiones indican la entrada de una profunda borrasca para los próximos días. A medida que nos hemos ido acercando a la isla las olas han incrementado su onda, hasta superar los tres metros entre la cresta y el valle”, comentó el tinerfeño.
Sobre la salida de Puerto Stanley o Puerto Argentino, como definen a la capital de Las Malvinas, ya seas inglés o argentino, Amador relata que “un día antes de partir nos visitaron las autoridades biosanitarias, que revisaron a fondo el barco y nuestro equipaje, para asegurarse que no portábamos ninguna especie foránea animal o vegetal que pudiera suponer una amenaza para el frágil equilibrio ecológico de las Georgias del Sur.
En este sentido, ha sido la inspección más exhaustiva que he vivido en pro de garantizar que nuestra visita no produzca afección alguna a las especies de este santuario natural al que nos dirigimos. Para hacernos una idea de la conciencia y responsabilidad con la que se está gestionando este territorio, cabe recordar la exitosa campaña de erradicación de la rata. Recientemente, tras seis años de duro trabajo y doce millones de euros invertidos, lograron exterminar a este agresivo roedor que se nutría de los pollos y huevos de las diversas especies de pingüino”.

“Por supuesto -prosigue Juan Diego- que disfruto del hogar y de mi gente, pero siempre ansío la naturaleza salvaje, donde la libertad es palpable cada día y no una mera ilusión. Esa íntima sensación de plenitud me hace sentirme más animal aún, precisamente en un territorio que es fundamentalmente de ellos y no nuestro”.
Tras casi una semana de navegación para recorrer los 1.300 kilómetros que distan desde las Islas Malvinas hasta las Georgias del Sur, Amador y sus cinco compañeros de expedición realizarán a pie el trayecto que hizo el aventurero Sir Ernest Shackleton en su búsqueda desesperada por salvar a la tripulación del Endurance en su viaje transantártico fallido de 1914.