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Cho Vito: 10 años de la desaparición bajo las palas

El 16 de noviembre de 2012 se desahució a las familias de las ocho viviendas que quedaban en pie del poblado de Candelaria. "Costas iba empezar por Cho Vito y terminar en La Graciosa, pero cabe el consuelo que no ha habido más derribos" , señala Tomás González, el portavoz de los vecinos.

Tal día como hoy, aún de noche (poco antes de las seis de la mañana), hace diez años, se inició el último derribo de un poblado costero en Canarias. Caía Cho Vito, un singular enclave entre la playa de Las Caletillas y la central térmica de Endesa, en el municipio de Candelaria, después de iniciarse cuatro años atrás (7 de octubre de 2008) el primer derribo de aquellas viviendas que no eran de primera ocasión. Ese día cayeron 23 de las 31 casas, mientras que las ocho que quedaban en pie fueron pasto de una gran pala retroescavadora el 16 de noviembre de 2012, pese a la resistencia de los vecinos, muchos de los cuales fueron sacados en volandas por los miembros de la Guardia Civil, unos 50 agentes del GRS que dos días antes habían sido desplazados desde Sevilla.

Así era Cho Vito, antes del primer derribo en 2008 / DA
Así es CHo Vito hoy, un paseo de madera medio abandonado / NORCHI


Uno de los primeros en ser sacados de su vivienda fue Tomás González, el más reivindicativo de los vecinos, junto a su mujer Montse y sus hijos. Su casa fue la primera en caer por la acción de la piqueta, cuando ya había amanecido y se encontraba en la zona el entonces alcalde de Candelaria, José Gumersindo García, recibido con insultos y abucheos. El regidor municipal trató de mediar con los vecinos para que desistieran de su resistencia y ofertándole “12.000 euros en alquiler social durante dos años hasta que se construyeran cerca de Cho Vito una docena de viviendas sociales”, nos decía Tomás González.
Sin embargo, el desmayo de Elba González, una de las vecinas, con un ataque de ansiedad, incendió aún más aquella mañana. Los vecinos decidieron atrincherarse, encaramados en algunos casos en la terrazas o azoteas de sus viviendas, al grito de “De Cho Vito no nos moverán”.

Tomás González y su esposa Montse, el 16 de noviembre de 2012 / F.PALLERO

Unos salían con colchones y otros enseres, mientras los más jóvenes seguían resistiéndose. Tomás González, su familia y varios amigos, se encaramaron a la azotea de la vivienda, mientras los vecinos lanzan cánticos como “De Cho Vito no nos moverán”. A las 8.05 horas los agentes de la Guardia Civil procedió a entrar en la casa de los González y procedían a entrar en la misma. Fueron los primeros en ser desalojado de su vivienda. “Hay que desalojar primero al cabecilla”, era una orden de la delegada del Gobierno María del Carmen Hernández Bento, según dijo Tomás, que rompió a llorar sentado junto a la playa de callaos rodeado de un nutrido grupo de amigos y de decenas de periodistas que informaban en directo del último gran derribo de viviendas en Canarias.

La Guardia Civil tuvo que sacar a algunos vecinos a rastras o en volandas / F.P.


“Ayer fue aprobada una ley de desahucio por parte del Gobierno nacional, y hoy no nos ha desalojado, nos han desahuciado”, ¿Cómo puede ser posible esto?`” se cuestionaba aquel día Tomás González, que desde entonces no ha cejado en el empeño de recordar lo que considera “la mayor injusticia social” acaecida en Candelaria, tras la desaparición de 31 viviendas que constituían, según ellos, un poblado marinero construido antes de que entrara en vigor la Ley de Costas de 1988.


Después de mucho tiempo sin regresar al lugar que fue su casa y la de un centenar de vecinos, Tomás González visitó ayer Cho Vito, todavía con la rabia contenida: “Me entristece que un lugar de vida se haya convertido en un basurero, con un camino con madera podrida”, relató, mientras recordaba “las secuelas físicas y psicológicas que dejó el derribo en muchos de los vecinos de Cho Vito, como su propia esposa Montse, Elba y aquellos que han muerto de tristeza por el camino”.

Los vecinos terminaron resignados a perder sus casas entre lágrimas / F.P.


Al menos, reconoce, le queda el consuelo de que “después de Cho Vito no ha habido más derribos en Canarias, porque se frenaron el Carretón de La Matanza, Taganana, litoral de Agache, El Remo, La Bombilla, Tufia y Ojos de Garza, porque todos esos poblados estaban en la picota, cuando se decía entonces que Costas iba a comenzar demoliendo Cho Vito y terminar en La Graciosa”, expone el que fue portavoz de los vecinos, que hoy sigue esperando por la sentencia firme del Tribunal Europeo que inicialmente les dio la razón a los vecinos, aunque en verdad ya sirve de bien poco. Como de poco sirve que le prometieran, a aquellas ocho familias que tenían allí su única vivienda, que después de dos años de alquiler iban a ser realojados en las 15 viviendas que el Ayuntamiento iba a construir en una parcela encima justo de Cho Vito: “Otro engaño más, porque esa unidad de actuación era para zona verde, en un terreno donado para tal fin por el señor Landa, nunca se llevó al pleno el cambio de planeamiento”, recuerda Tomás González.

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