Dado el mal estado de la mar reinante en las primeras horas del pasado dia 18 a unas 80 millas náuticas de Canarias, en pleno Océano Atlántico, y las notables dimensiones del carguero a interceptar, no tuvo que ser precisamente sencillo para los especialistas del ‘Fulmar’, patrullero de altura de manufactura española y utilizado actualmente por la Dirección Adjunta de Vigilancia Aduanera (DAVA), abordar al mercante ‘Blume’ (bandera de Togo) y reducir a sus 15 tripulantes en un espectacular servicio a la sociedad, gracias al cual se ha capturado un ‘superalijo’ de nada menos que 4.500 kilos de cocaína, como se comprobó esta semana a su llegada al puerto de Santa Cruz de Tenerife y el correspondiente pesaje.
Fue el momento de la acción y, desde luego, estuvieron a la altura, como pueden comprobar en el vídeo del abordaje que publica www.diariodeavisos.com. En el mismo podrán observar cómo los agentes españoles recurren a una de las dos lanchas auxiliares del ‘Fulmar’ para sorprender en una acción relámpago a los ahora detenidos (13 paquistaníes y dos albaneses) sin dejarles posibilidad a respuesta alguna.
Tener que subir a un carguero de tales dimensiones por una escalera adosada in situ a la borda desde una neumática no está al alcance de cualquiera, no, pero la pericia y el valor de estos servidores públicos resulta evidente.
En cuestión de minutos, los marineros habían sido controlados y encontrado el alijo, el segundo mayor del siglo por estos lares en cuanto a cocaína se refiere, solo superado por las más de cinco toneladas aprehendidas en 2001 a unas 350 millas del Archipiélago.
Lo cierto es que hablamos de un cuerpo de élite que cuenta con la referida patrullera de altura, la citada ‘Fulmar, para este tipo de operaciones especiales.
Por ello está dotada, para intercepciones y abordajes en alta mar como las que nos ocupa, de esas dos lanchas neumáticas, estibadas una en cada banda, entre el puente y la pista para helicópteros (con la que también está dotado este buque botado en los astilleros asturianos), con los correspondientes pescantes y sistemas para arriado y recuperación rápida. Una de ellas tiene capacidad para alcanzar una velocidad de 40 nudos, con autonomía de 125 millas náuticas, propulsión mediante un motor diésel intraborda y un hidrojet Hamilton. La otra lancha tiene una velocidad máxima de 50 nudos, estando propulsada por motores fueraborda. Ambas tienen una eslora algo superior a los 7,5 metros.
Por si la cosa se pone fea (no en balde tienen que lidiar con las grandes mafias del narcotráfico internacional que traen la cocaína desde Sudamérica a Europa), la ‘Fulmar’ está igualmente dotada con cuatro soportes para ametralladoras, dos en proa en la cubierta de puente, y otras a popa en la cubierta superior. Por lo general, los barcos del Servicio de Vigilancia Aduanera como el que nos ocupa montan habitualmente ametralladoras pesadas o ligeras. Las pesadas son Browning de 12,7 mm, con un alcance máximo eficaz de prácticamente dos kilómetros de distancias. En cuanto a las ligeras son las MG 42 de 7,62 mm y también atinan sin problema a un kilómetro de distancia, y se disponen en montajes de pivote o en candelero.
Estos son los especialistas en acción con los que cuenta España, un país clave para combatir esta lacra internacional habida cuenta su situación geográfica, no digamos ya la de Canarias, que desde Cristóbal Colón es sabido que las mejores rutas para cruzar el Atlántico pasan por sus aguas o cuanto menos cerca de las mismas.
Pero, ¿por qué poner en riesgo a estos profesionales de élite en el abordaje de exactamente este carguero, el ‘Blume’, de tantos como cruzan el Atlántico? Ahí entra en juego el otro factor clave para el éxito de estas operaciones: los servicios de inteligencia.
En la versión oficial se alude como posible motivo que la carga declarada por el ‘Blume’ era de apenas 200 toneladas de café, y ciertamente es muy poco para un mercante de este tamaño, y no hay razón contrastada como para dudar de la veracidad del dato.
Pero sí se sabe que la interceptación de no pocos alijos de estas características han obedecido a los espionajes llevados a cabo tanto en los países de origen como de destino. Es decir, que se vigila tanto los movimientos de salida como a las redes criminales que esperan la llegada de los cargamentos contratados.
Es momento de recordar que hablamos de sustancias que, cuando llegan a la calle, multiplican su valor hasta límites asombrosos, de tal modo que estos 4.500 kilos de coca ahora camino de su destrucción bien pudieron suponer ganancias totales para los malhechores (en sus distintas escalas) de unos 500 millones de euros.
Aunque tal cantidad de dinero no deje de ser resultar asombrosa, recuerden que esta cocaína llega con un altísimo nivel de pureza, pero el de la que se compra en la calle es ínfimo. Basta con multiplicar esos 4.500.000 gramos de coca por 60 euros (precio estándar en el mercado negro español, porque en otros países de Europa es muy superior).
A esos 270 millones se les aplica la mezcla con sustancias de corte hasta reducir al 20% de pureza (lo que se estila en el mejor de los casos, según confirma cualquier análisis de Salud Pública) para concluir que esos 500 millones son una estimación cuanto menos prudente.
¿Y quiénes son los de inteligencia? Es donde entran en juego otros especialistas como son los del Centro de Análisis y Operaciones del Atlántico (Maoc-N) y el Centro de Inteligencia Contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (Citco).
El Maoc-N tiene sede en Lisboa e inició sus actividades en 2007, y cuenta con la participación de siete países de la UE (España, Portugal, Reino Unido, Francia, Italia, Países Bajos e Irlanda). De estrecha colaboración con Europol, tiene además a Estados Unidos en calidad de observador.
En cuanto al Citco, creado en 2014, es la organización de inteligencia española responsable de la gestión y análisis de toda la información estratégica relativa al terrorismo, la criminalidad organizada y las organizaciones radicales de carácter violento.
Con la eficiente coordinación de ambos servicios, tanto Policía Nacional como Guardia Civil y Vigilancia Aduanera pudieron deducir (seguramente, con mayor o menor cantidad de café) que exactamente era el ‘Blume’ un buque con el que merecía la pena pasar a la acción.
El hecho de que, apenas un mes antes, se interceptara otro ‘superalijo’ con las nada despreciables tres toneladas que se aprehendieron en un pesquero cerca de Tenerife, confirma que, por un lado, la llamada Ruta del Atlántico, donde este tipo de barcos acaban haciendo transbordo del alijo a embarcaciones más pequeñas para traer la cocaína a Europa, sigue muy activa.
Y por otro, hay servidores públicos eficaces para combatir a esta pesadilla criminal que, al final, arruina tantas vidas, tanto la de los adictos como la de sus familiares.
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