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Las sombras de Ozempic, el medicamento para la diabetes que adelgaza y se agota en las farmacias

Un informe apunta que hay creencias obsoletas sobre su eficacia y percepciones erróneas sobre cómo usarlos y qué efectos esperar de ellos
Las sombras de Ozempic, el medicamento para la diabetes que adelgaza y se agota en las farmacias

Los medicamentos para perder peso existen desde hace años pero han vivido un boom reciente que está provocando desabastecimientos en algunos de ellos, como Ozempic (cuyo principio activo es la semaglutida), incluso cuando no están indicados para adelgazar. Sin embargo, su uso todavía acarrea algunos conceptos obsoletos, mitos y sombras que necesitan clarificarse.

Es lo que pretende el ECRI (Instituto para la Investigación de la Atención de Emergencia, por sus siglas en inglés), una institución estadounidense sin ánimo de lucro que busca mejorar la calidad de la atención médica a lo largo del globo, con un posicionamiento sobre los fármacos para adelgazar que advierte sobre nociones desactualizadas y confusiones que son frecuentes al tratar el sobrepeso y la obesidad.

Una de estas nociones es precisamente la de que perder peso es algo principalmente estético, una razón que esgrimen las aseguradoras de salud para no financiarlos pero también los médicos para no prescribirlos.

Sin embargo, las cifras de la OMS advierten de que el 40% de adultos a nivel mundial padece sobrepeso y un 13% obesidad (y esta se ha triplicado en el último medio siglo). En España, un 30,6% de los hombres y un 44,9% de las mujeres entran dentro de la definición de sobrepeso según la Encuesta Europea de Salud en España 2020. En el caso de la obesidad, afecta al 15,5% de los hombres y el 16,5% de las mujeres.

La relación entre sobrepeso y obesidad con problemas de salud es bien conocida. Desde enfermedades cardiovasculares al cáncer pasando por la diabetes, el hígado graso e incluso la enfermedad grave por Covid-19, en todas ellas el peso juega un papel crucial.

Pese a estas cifras, el uso de estos fármacos para perder peso era casi residual. Un estudio en veteranos del Ejército de Estados Unidos señalaba, en 2015, que solo el 2% de las personas para las que estarían indicados los estaba utilizando. Otro estudio realizado en aseguradoras en la primera década del siglo XXI apuntaba que la mayoría de los pacientes abandonaba el tratamiento antes de los 30 días.

Abandono de la medicación

La percepción de poco eficaces acompañaba a los medicamentos clásicos (que son, en EEUU, el orlistat, fentermina-topiramato, naltrexona-bupropion y liraglutida), afirma este posicionamiento. Esa visión, basada en una evidencia obsoleta, condicionaba su prescripción. Sin embargo, meta-análisis frente a placebo han concluido que, al año, pueden hacer perder entre 3 y 9 kilos si van acompañados de una dieta sana y ejercicio.

Otros dos fármacos irrumpieron en 2022, semaglutida tirzepatida (este último solo está aprobado para la diabetes tipo 2). Del primero, una revisión sistemática de estudios ha apuntado una pérdida media de 12 kilos en pacientes sin diabetes. Del segundo se estima que aumente entre un 10 y un 15% el peso total perdido.

Estas cifras no se consiguen a las primeras de cambio. Uno de los motivos de abandono de la medicación, explica este informe, son las expectativas poco realistas de pérdida rápida de peso. El no observar cambios a las pocas semanas puede provocar frustración y abandono del tratamiento o de los hábitos de dieta y ejercicio que deben acompañar su consumo.

Por otro lado, existe la percepción opuesta: que la pérdida de peso se puede conseguir solo con una alimentación adecuada y ejercicio. Aunque esto pueda ser realidad en parte de la población, hay otra para la que no.

De hecho, el informe, escrito por el Director de Calidad Científica de ECRI, Alfredo I. Penzo-Mendez, afirma que este es uno de los mitos “más dañinos” relacionados con la pérdida de peso, y advierte que la mitad de la población estadounidense (donde el sobrepeso afecta a más del 70% de las personas) trata de adelgazar cada año pero muchos no lo consiguen, y los mitos que trata de desmontar juegan un importante papel en ese fracaso.

No se trata solo de bajar de peso sino también de mantener en el tiempo ese hito. Muchas personas –de hecho, la mayoría– que se adscriben a un programa de dieta y ejercicio basado en la evidencia pueden perder peso en un primer momento pero luego ganarlo.

El fallo suele estar el pasar de un programa de actividades a asumir un estilo de vida, y hay pruebas científicas de que esta transición requiere habilidades cognitivas complejas que muchos no adquieren por su cuenta.

El posicionamiento del ECRI finaliza con la percepción de que la pérdida de peso que generan estos medicamentos es escasa en relación a su alto precio. Esto puede ser la realidad en Estados Unidos, donde estos fármacos pueden alcanzar precios de más de 1.000 dólares mensuales, cifra que solo los adinerados pueden permitirse.

Penzo-Mendez afirma que el caso de los medicamentos para adelgazar ilustra “la necesidad de una continua re-evaluación de la medicina basada en la evidencia para prevenir que se enraícen percepciones desactualizadas, afrontar los huecos en la evidencia y evaluar las intervenciones emergentes”.

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