Rosa Angélica Pérez Guevara, Chela, tenía una casa en La Palma en la zona cercana al volcán. Su vivienda desapareció tras la lava, llevándose las ilusiones, los recuerdos y el sacrificio de muchos años de trabajo. Un proceso que, tal y como ella misma reconoce, vivió con muchos miedos, angustia, mucha desesperación y demasiada rabia. “No sabía que pudiera llegar a tener tanta”, asegura.
Dejar de tener en unas horas lo que te ha costado una vida conseguir no es algo que se pueda interiorizar sin daño emocional. La confusión y la falta de recursos económicos hicieron que Chela y muchos palmeros y palmeras sintieran la necesidad de ayuda. Una ayuda a pie de calle, una ayuda material y personal, muy por encima de las necesidades cotidianas.
En este sentido, y desde el primer instante de la crisis provocada por el volcán de La Palma, Cruz Roja Española ha realizado una labor proactiva de calado, que ha permitido cubrir una parte de las necesidades de las personas afectadas por la erupción. Fundación Cepsa ha sido una de las entidades que les ha apoyado en este camino.
Por un lado, a través de la activación de un servicio de apoyo psicosocial, `Cruz Roja Te Escucha´, con el objetivo puesto en contribuir a mejorar el estado mental y emocional de los damnificados y dar respuesta a la ansiedad, la incertidumbre y el desorden provocados por la catástrofe.
Chela reconoce que hubo un momento en el que se vio inmersa en un “pozo negro donde cada día me hundía más y más, debido a la situación de lo que veía y sigo viendo a mi alrededor”. Un pozo del que, admite, pudo empezar a salir gracias a las terapias y los talleres impartidos por Cruz Roja, con el apoyo de Fundación Cepsa, en los que ha podido compartir su experiencia con muchas personas en su misma situación y ha sentido el vínculo que une a todos los que han pasado por esta terrible experiencia.
Por otro lado, Cruz Roja Española también pudo poner en marcha el proyecto SOS La Palma, gracias a que resultó galardonado en la edición 2021 de los Premios al Valor Social de Fundación Cepsa. Una iniciativa que permitió a 117 unidades familiares cubrir una parte de sus necesidades básicas al recibir tarjetas para la adquisición de alimentos en supermercados, así como ayudas económicas para enseres del hogar y electrodomésticos de primera necesidad.
Una medida que, explica Chela, fue su primer contacto con Cruz Roja, en donde “el personal me informó, orientó y acabé recibiendo ayuda de primera mano, con tarjetas monedero para lo que necesitáramos, así como kits de higiene personal y otros de limpieza”. Un apoyo por el que, afirma, “siempre estaremos agradecidos”.
Trabajando por la recuperación
Desde el comienzo de la erupción, Cruz Roja Española puso el foco en ayudar a los afectados por el volcán de La Palma, para lo que llevó a cabo la identificación de la población más vulnerable y con necesidades más urgentes, dando respuesta a las necesidades de manera individualizada. Además de aportar recursos, desde un primer momento han mediado para asegurar el acceso a los recursos sociales, sanitarios y educativos de los damnificados, además de realizar un seguimiento continuo para valorar su evolución e inclusión plena en la sociedad.
La atención psicosocial, uno de los aspectos clave con los que ha colaborado Fundación Cepsa, ha sido en todo momento una prioridad para Cruz Roja, con una primera asistencia durante la emergencia, y una asistencia sostenida en el tiempo con sus equipos psicosociales a las personas afectadas.
Ecohuertos sociales, elemento de desarrollo comunitario
Este compromiso conjunto de Cruz Roja y Fundación Cepsa con el pueblo de La Palma se ha mantenido en el tiempo, y en la actualidad, ha dado origen a la implantación de un proyecto de ecohuertos sociales, que permitirá a los afectados retomar el contacto con la tierra y el entorno natural, mejorando con ello su salud física y mental, además de apostar por el conocimiento y la protección ambiental.
Los colectivos prioritarios destinatarios de esta iniciativa, que beneficiará a medio centenar de personas este año, son la infancia y juventud, los mayores y las mujeres en riesgo de exclusión. El primer espacio ya ha visto la luz en el municipio de El Paso, tras las labores de preparación del terreno por parte del personal laboral de Cruz Roja y de un grupo de voluntarios de la entidad.
Compartimentados en parcelas, con fácil acceso, cuarto de aperos y disponibilidad de agua, se busca que estos ecohuertos sociales sean un espacio intergeneracional de convivencia, donde los usuarios aprenderán técnicas de la práctica agrícola como una manera de ocupar su tiempo libre de manera saludable, interiorizar buenos hábitos alimenticios, como desarrollo personal y social, además de servirles de fortalecimiento emocional. Y, también, se busca que fomenten la formación para el empleo y, con ello, la inserción laboral de una parte de los beneficiarios.
Y todo ello con la dinamización, acompañamiento y apoyo de personal laboral de Cruz Roja, así como de la red de voluntariado de la entidad, lo que propiciará el intercambio de experiencias, el apoyo mutuo y el desarrollo comunitario.
Aumentar la sensación de bienestar y la autoestima de los participantes y fomentar vínculos sociales entre ellos serán, asimismo, beneficios inherentes a la implantación de esta iniciativa.
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