Por Raquel Díaz.| Cada país tiene sus desayunos. El beicon y los cereales azucarados, en Estados Unidos. Las alubias en Reino Unido. Y en España, el café con zumo de naranja y tostadas con mantequilla o mermelada es el primer bocado del día del español medio. En el caso de los niños, el café se suele sustituir por un vaso de batido de chocolate. Suena rico y apetecible, sobre todo tras ocho horas de ayuno nocturno. Sin embargo, para los nutricionistas esa ingesta de alimentos no tiene nada de saludable.
Y es que alrededor de la nutrición circulan distintos mitos perpetuados por el boca a boca. Uno de los más extendidos es el que dice “desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo”. Sin evidencia científica no pasa de ser una frase hecha en la que muchas personas se apoyan para desayunar verdaderas bombas calóricas que se alejan bastante del concepto saludable.
A la hora de decantarse por uno u otro desayuno o darse todo un ágape como homenaje cada mañana, influye también el tiempo y la pereza. Aun así, “ni el desayuno es la comida más importante del día ni desayunamos correctamente“, señala a EL ESPAÑOL Concepción Martínez, dietista-nutricionista especializada en obesidad.
Zumo de naranja
El extra que nunca suele faltar en los desayunos y que se cobra a precio de caviar de beluga es el zumo de naranja. Se trata del alimento que más fama de saludable tiene y a la vez el menos recomendado.
La razón es el alto contenido en azúcares de este alimento. Aunque no tenga azúcar añadido, esta bebida, al carecer de la fibra que contiene la fruta, se convierte, según los nutricionistas, en poco más de agua con azúcar y sabor, casi como un refresco. Su consumo puede aumentar el riesgo de enfermedades crónicas, como la obesidad y la diabetes tipo 2.
Un efecto constatado por un metaanálisis publicado en 2016, el consumo durante años de bebidas azucaradas, entre ellas los zumos naturales, estaría relacionado con una mayor incidencia de diabetes. “Conviene tomar la fruta entera. Convertir una pieza de fruta en zumo es una mala idea”, explica Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Navarra, en su libro Salud a ciencia cierta (Planeta, 2018).
Carlos Jaramillo, experto en medicina funcional y autor de El milagro metabólico, explica que el zumo de naranja no es saludable por el efecto de la fructosa en el hígado, que produce reacciones bioquímicas inflamatorias. En concreto, como reacción a la sobrecarga que le provoca la fructosa, el órgano comienza a producir triglicéridos, propiciando así el llamado hígado graso.
Tostadas
Otro de los desayunos básicos en España es el de las tostadas con mantequilla, un alimento que además se suele combinar con mantequilla, que aporta demasiada grasa saturada, o mermelada, puro azúcar. Entre los problemas ligados a las tostadas está la harina refinada con la que se elabora el pan de molde. De ahí que este alimento tenga un alto índice glucémico.
Esta harina se fabrica con el endospermo del cereal, prescindiendo del salvado y el germen que son una fuente muy potente de fibra. El resultado es un pan menos saciante, que cuenta con una mayor cantidad de hidratos de carbono digeribles. Entre los que se encuentra la amilopectina que, durante la digestión se convierte en azúcar.
Por si fuera poco, los polisacáridos que se encuentran en este alimento, como el almidón, se transforman en azúcar al someterse a un proceso de fermentación. “El consumo de pan blanco, dos o más porciones al día, mostró una asociación directa significativa con el riesgo de sobrepeso u obesidad“, revelan científicos del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra en una investigación publicada en la revista BMC Public Health.
Además, el hecho de que al pan de molde se le someta a un proceso de tueste, puede traer problemas añadidos como la acrilamida. Un compuesto que aparece al cocinar alimentos a temperaturas elevadas y que afecta más a los que son ricos en hidratos de carbono, como es el caso del pan blanco. La acrilamida está considerada como probable carcinógeno humano, según la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer y algunos estudios realizados en modelos animales.
Bollería
La bollería industrial y las galletas son otro de los acompañamientos en el desayuno tanto para niños como para adultos. La gran mayoría de estos productos se venden en el supermercado cuentan con una gran cantidad de azúcar y grasas saturadas. Incluso la bollería publicitada como artesanal suele estar saturada de mantequilla, harinas refinadas y azúcar.
Estos alimentos no solo se asocian a la obesidad y diabetes tipo dos, algunos estudios han demostrado que su consumo también tiene un impacto psicológico. La investigación, realizada por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y la Universidad de Navarra, reveló que el consumo de bollería industrial se asocia con mayor del riesgo de desarrollar depresión hasta en un 51%.
Batidos de chocolate
Es cierto que en la actualidad existen batido de chocolate que apenas contienen azúcares añadidos, pero no todas las marcas vigilan este aspecto. “Por lo general, los batidos de chocolate son bebidas azucaradas por lo que no sería lo más recomendable para el desayuno de un niño”, señala Martínez. Muchos batidos de chocolate cuentan con hasta 30 gramos de azúcar por cada 250 mililitros de líquido, una cantidad nada recomendable según la propia OMS, que aconseja no superar los 16 gramos de azúcar al día en niños.
Estas cantidades de azúcares no sólo pueden tener un impacto negativo en sus dientes, pueden provocar obesidad infantil, resistencia a la insulina y hasta afecta a la diversidad bacteriana del intestino de los niños, ya que el azúcar aumenta la concentración de ácidos biliares en las heces y las enzimas bacterianas en el colon, según destaca esta investigación.