David del Rosario quedó totalmente perplejo cuando, hace un mes, los responsables de Sony World Photography Awards, considerado el concurso de fotografía más importante del mundo, le comunicaron de forma confidencial que era uno de los 15 finalistas del certamen internacional con una imagen del nuevo volcán de La Palma, en Cumbre Vieja. Y es que la instantánea fue realizada por el fotógrafo canario con un simple teléfono móvil.
“En términos técnicos, no es una fotografía muy elaborada porque únicamente la recorté un poco para encuadrarla, pero cuenta con una buena luz y composición”, declara a DIARIO DE AVISOS el finalista, quien divisó la estampa en octubre del año pasado, mientras recorría el sendero ubicado en la zona de Cabeza de Vaca que finaliza en el cono volcánico.
El grancanario, que reside desde hace 7 años en el municipio palmero de Mazo, fue seleccionado en la categoría de paisaje dentro del concurso, en el que participaron más de 415.000 imágenes de todo el planeta. “Presenté las 10 fotografías que requería la inscripción, pero la seleccionada fue la que, precisamente, incluí de relleno; esto me ha servido para aprender y continuar con mi pasión”, cuenta David del Rosario, quien, independientemente de haberla obtenido con la cámara de su teléfono móvil, supo apreciar el momento preciso para disparar.
Desempeña su labor en la Isla Bonita como agente de medio ambiente de la Caldera de Taburiente, pero reconoce que ha sabido materializar su afición vendiendo instantáneas basadas en la naturaleza: “Espero que con este reconocimiento, pueda seguir trabajando en este sector, que es bastante complicado, pero en el que afortunadamente he colaborado con cabildos y medios de comunicación”.
Ahora, su fotografía, junto al resto de finalistas, formará parte de una exposición itinerante que dará la vuelta al mundo. Asimismo, será impresa en la nueva edición del libro de los Sony World Photography Awards, que dedicará algún reportaje en profundidad al fotógrafo canario.
David del Rosario ha querido realzar mediante su trabajo la espectacularidad del volcán de La Palma, pero también conoce de primera mano la tragedia que supuso su erupción para los isleños que vivían en el entorno: “Como agente de medio ambiente, me ofrecí a ayudar en el plan de emergencias, ayudando a los vecinos a desalojar y abandonar sus viviendas; fueron emociones muy fuertes porque las personas sabían que sus hogares serían arrasados por la lava”, relata el entrevistado, que intentaba calmar los nervios y la desesperación “aconsejando que se llevaran consigo los papeles de la casa y los objetos de valor o sentimentales”.
Asegura que los primeros días de la erupción del Cumbre Vieja fueron los más duros porque los afectados estaban desorientados: “Tuvimos que sacar a una señora que estaba dispuesta a que la lava la engullera con su vivienda; otros, en cambio, se escondían”. El grancanario se pasaba hasta 12 horas diarias trabajando en la gestión del volcán sin cobrar horas extras y librando solamente “cuando me sentía muy cansado”. Aunque admite con cierto orgullo que “para mí fue una suerte poder ayudar en una situación así”.