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Multitud de adejeros acompañan a la Virgen de La Encarnación

La venerada imagen partió desde la parroquia de Santa Úrsula hasta San Sebastián en la tradicional Rogativa que duró más de cuatro horas y que tiene su origen en el siglo XVI
Multitud de adejeros acompañan a la Virgen de La Encarnación

El pueblo de Adeje volvió a cumplir su promesa con la Virgen de La Encarnación, patrona del municipio. La venerada imagen partió desde la parroquia de Santa Úrsula hasta San Sebastián en una peregrinación que duró unas cuatro horas. La Rogativa de la Virgen inició en la iglesia de Santa Úrsula donde se realizó el tradicional reparto de varas, la bendición de las personas peregrinas y se inició el descenso hacia San Sebastián.


Durante el trayecto se realizaron diversas paradas en lugares tradicionales en el camino: cementerio, Portón de la Virgen, la Era y el humilladero, donde se encontró San Sebastián.
La primera parada se realizó en el cementerio, con un reconocimiento a las personas que han fallecido. Seguidamente, se recorrieron las calles de Adeje hasta llegar al puente que cruza la autopista, hasta llegar al Portón de la Virgen.


La segunda parada se realizó en el Portón de la Virgen donde se producto un avituallamiento y así poder continuar el recorrido por el tradicional camino a través de las toscas coloradas, que aún conservan las huellas de las carretas que se utilizaban antaño, en este punto se realizará la segunda parada.
La tercera estación se realizó en la Era. Finalmente, la imagen de la Virgen de La Encarnación fue recibida por el co-patrono del municipio San Sebastián a la entrada de El Humilladero, lugar donde dice la tradición fue encontrada la talla de la Virgen. Ambas imágenes entraron juntas a la Iglesia donde tuvo lugar la tradicional eucaristía.
La Rogativa es una tradición que se remonta al siglo XVI, momento en que Pedro de Ponte decide trasladar la imagen de la Virgen hasta la iglesia de Santa Úrsula, para protegerla de las incursiones de los piratas de esta zona del litoral adejero. La vecindad de la época, no muy conformes con la decisión, prometieron llevar la imagen en peregrinación cada año hasta su primera morada el día de su fiesta.

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