El catedrático gomero Luis Herrera Mesa, medalla de oro del Gobierno de Canarias y vicerrector emérito de la Universidad de Navarra, profesor de Biología y catedrático en Zoología entre otras materias, se muestra cauto a la hora de diagnosticar el daño causado sobre la fauna por el incendio recién estabilizado en la isla de Tenerife.
“Cuando se produce un incendio de la envergadura del que se ha producido en la corona forestal de Tenerife en estos diez días, que ha afectado al 7 % de la superficie de la Isla, evidentemente es difícil conocer la cantidad de animales que han desaparecido no solo de la biota del suelo, lo que llamamos los invertebrados, sino también es difícil calcular los vertebrados que han sido eliminados, reptiles, aves y micromamíferos. Los científicos carecen de estimaciones precisas del número de animales que mueren cada año en los incendios forestales. Pero no existen casos documentados de incendios -ni siquiera de los más graves- que arrasen con poblaciones enteras o supongan la extinción de especies. Lo que si sabemos sin duda alguna es que todo incendio produce una clara pérdida de biodiversidad cuantitativa y cualitativa de los ecosistemas”.
Para Luis Herrera, “los animales tienen una ventaja competitiva respecto a las plantas y es que pueden huir o esconderse. Los animales del bosque tienen la capacidad de huir del calor. Las aves pueden salir volando, los mamíferos corren y los anfibios y otros animales pequeños se refugian bajo tierra, se ocultan en los troncos y tocones o se ponen a cubierto bajo las rocas. Por supuesto, algunos animales mueren por el humo y el fuego al no poder huir lo bastante rápido o encontrar refugio. Los animales jóvenes y pequeños son los que corren más riesgo y algunas de sus estrategias para huir resultan infructuosas. Sin embargo, la intensidad de los incendios forestales actuales es algo a lo que ni siquiera las especies relativamente adaptadas al fuego pueden hacer frente”.
Grandes incendios
Recuerda el catedrático que “en los últimos años estamos asistiendo a grandes incendios de quinta y sexta generación como los acontecidos en 2007 en Tejeda, en Gran Canaria, que durante una ola de calor con máximas de 46 grados que dejó calcinadas más de 19.000 hectáreas y el mismo año en Los Realejos, se produjo otro gran incendio en el que se calcinaron unas 17.000. Siempre que hay un incendio, se produce un retroceso en la evolución natural de los ecosistemas. El nivel de retroceso de estos ecosistemas está en función de la intensidad del incendio. La ventaja que tenemos en Canarias con los incendios en las masas forestales del pino canario (Pinus canariensis), es que se produce una regeneración rápida de la masa forestal que vuelve a ser colonizada especialmente por la ornitofauna. El ejemplo más reciente lo tenemos en la regeneración de los pinares en La Palma, después de la erupción del volcán de Cumbre Vieja, de septiembre a diciembre de 2021”.
Los cambios
Sobre los cambios que experimentará la zona quemada en Tenerife, Herrera Mesa manifiesta que “lo que ocurre exactamente después de un incendio depende del paisaje, la gravedad del incendio y las especies implicadas. Pero el fenómeno siempre provoca una serie de cambios a medida que plantas, hongos, microbios y otros organismos recolonizan la tierra quemada. En la medida que cambian los factores abióticos de los ecosistemas, de luz, humedad, temperatura, etc. aparecen especies oportunistas que se adaptan a las nuevas condiciones. Las zonas silvestres, como los bosques y las praderas, crecen y cambian su composición de forma natural con el paso del tiempo. Conforme la luz y otras características cambian las plantas y árboles se desarrollan, y por consiguiente, cambia la composición de la biodiversidad. Un bosque de un año tiene un conjunto de plantas y animales diferente al de uno de 50 años. Una perturbación como un incendio forestal supone el reinicio de la actividad del bosque”, relata el prestigioso biólogo canario.