sucesos

La última vía para resolver, 20 años después, el asesinato de Marisa Hernández en Tenerife

El criminólogo Félix Ríos pide la colaboración ciudadana para obtener nuevos datos que permitan esclarecer el escabroso crimen de San Juan de la Rambla
Marisa Hernández

María Isabel Hernández Velázquez fue vista por última vez con vida el 9 de septiembre de 2003, cerca de la calle Estrecha, en San Juan de la Rambla. Tenía una discapacidad que le convertía en una niña dentro del cuerpo de una mujer de 37 años. Era muy querida entre sus vecinos. Fue el día 11 cuando vecinos del barrio de Las Aguas divisaron su cadáver flotando cerca de la bahía. Según se explica en los sucesivos reportajes que se publicaron en DIARIO DE AVISOS, la autopsia reveló que Marisa había sido víctima de una agresión sexual y que había sufrido una muerte violenta. Casi 20 años después, el crimen, que conmocionó a esta localidad del norte de Tenerife, sigue sin resolverse y está a punto de prescribir.

El criminólogo Félix Ríos, quien entró en contacto con la familia de Marisa en 2009, si bien se implicó en el caso poco después del asesinato, ha pedido recientemente la colaboración ciudadana para obtener nuevos datos concretos que arrojen evidencias indiscutibles y permitan afianzar una acusación contra el presunto homicida y su posible cómplice.

Al otro lado del teléfono, Ríos subraya que “lo que importa ahora no es que alguien implique a determinada persona, sino que nos pueda dar información comprobable”, como podría ser el lugar de los hechos o el vehículo en el que se habría trasladado el cuerpo a la zona donde fue arrojado al mar. “Creemos que esa es la única vía que nos queda a día de hoy […] porque las pruebas criminalísticas se volvieron a examinar cuando hicimos una primera reapertura del caso y no se consiguió nada, a pesar de que se aplicaron nuevas técnicas de amplificación de ADN y de análisis de ropa”, añade.

Caso Marisa Hernández.

Los hechos

Tal y como cuenta Félix Ríos en su exposición del caso en su canal en Youtube, Marisa Hernández “era una persona que tenía una dinámica habitual”. Una rutina que, lógicamente, su familia sabía. Y en este punto, el criminólogo suelta la primera pista: “Cuando una persona es bastante ‘robótica’ en sus costumbres, la mayor vulnerabilidad que tiene sobre un criminal es que sea alguien que las conozca y sepa cuáles son los momentos en los que pueda tener una mayor indefensión”.

Las hermanas de la joven confirmaron a este periódico que antes de la hora de comer, como era habitual, la joven salió de casa “para tomarse un cortadito y sellar la primitiva”, pero nunca regresó. Por su parte, Ríos indica que la víctima fue vista por última vez con vida cerca del cruce de la Calle Estrecha y la Calle de la Ladera.

Al advertir su ausencia, algo totalmente impropio en ella, las hermanas denunciaron la desaparición ante la Policía Local, y aquella misma tarde se inició una búsqueda en la que participaron vecinos, cuerpos policiales de varios municipios, guardias civiles y sus perros adiestrados, bomberos del Consorcio Insular y efectivos de Ayuda en Emergencias Anaga y Cruz Roja. Fue precisamente una lancha zodiac de esta organización la que recuperó el cadáver y lo trasladó al muelle del Puerto de la Cruz dos días después, según señala una de las noticias publicadas en este medio.

Poco después del hallazgo, forenses e investigadores confirmaron que “al menos una mano ajena intervino en aquella muerte” y, posteriormente, la autopsia reveló que la joven de San Juan de la Rambla había sufrido una agresión sexual.

Sospechoso y posible cómplice

La primeras pesquisas “no dieron ningún fruto importante”, indica Félix Ríos. No obstante, meses después llegaron nuevos investigadores y tomaron en consideración el testimonio de una testigo que había señalado a un vecino y, por lo que se desprende de las crónicas de la época, conocido de la familia. “Yo ya había puesto el punto de mira en él meses antes, pero nadie me hizo caso”, apostilla el criminólogo.

La Guardia Civil le detuvo en enero de 2004. Estuvo retenido dos días y fue presentado en un juzgado de La Orotava, donde se cotejaron los datos recabados con su declaración. Sin embargo, tras un interrogatorio de al menos siete horas, la jueza decretó su puesta en libertad a la espera de nuevas pruebas que nunca llegaron. “¿Cuál fue el problema? Que estamos hablando de meses después y en los registros que se hicieron, por ejemplo, en la casa del sospechoso, se había evidenciado que aquello se había limpiado”, detalla Ríos.

En esta “especie de segunda fase de la investigación” se llegó a la conclusión de que en el crimen de Marisa Hernández participaron, posiblemente, dos personas. “Una de ellas como autora y otras como facilitadora en el ocultamiento del cadáver”, precisa. Esta hipótesis se sustenta en la certeza de que el sospechoso no disponía de coche y, por ende, “alguien tuvo que ayudarle a mover el cadáver hasta la zona del Charco Verde”, donde presuntamente lo arrojaron al mar. Luego, las corrientes lo habrían arrastrado hasta el barrio de Las Aguas, donde fue avistado dos días después.

A ojos del criminólogo y de su equipo de expertos, una de las pocas vías que quedan -si no es la única- para que se haga justicia con Marisa Hernández y su familia, antes de que prescriba el caso, es que ese presunto cómplice “dé un paso al frente”.

-¿Qué le diría usted a esa persona?

“Que cuente lo que sucedió, porque él no fue responsable directamente de los hechos; que solo se asustó por lo que estaba ocurriendo y ayudó a trasladar el cuerpo, y que jurídicamente ya no se puede ir contra él”.

TE PUEDE INTERESAR