xx aniversario

El Auditorio de Tenerife, un antes y un después para la cultura de la Isla

El emblemático espacio celebra este mes sus 20 años de historia, desde su inauguración en 2003; detrás hubo un largo y complejo camino para lograr hacer realidad el proyecto en Santa Cruz
El Auditorio de Tenerife, un antes y un después para la cultura de la Isla
El Auditorio de Tenerife, un antes y un después para la cultura de la Isla

El Auditorio de Tenerife Adán Martín celebra este mes sus 20 años de historia, desde aquel 26 de septiembre de 2003 cuando tuvo lugar la inauguración oficial del espacio diseñado por el reconocido arquitecto valenciano Santiago Calatrava y que ha supuesto un antes y un después para la cultura de Tenerife, convirtiéndose, además, en uno de los emblemas más singulares de la ciudad y de la Isla, y uno de los más modernos de Canarias.

Pero la trayectoria para conseguir contar con un edificio de estas características en Tenerife ha sido larga y compleja, remontándose hasta la década de los años 70 del pasado siglo, cuando la prensa local tinerfeña publicaba las primeras demandas para construir un palacio de congresos y exposiciones con una función en la que se incluía la de auditorio.

“Para tomar la decisión de dónde se colocaba estuvimos 25 años. En los años 70 primero se barajó la posibilidad de ponerlo en la zona del Conservatorio y la Escuela de Actores de Canarias, luego se habló de donde está ahora el instituto Gran Tarajal, pero Adán Martín y Manuel Hermoso tenían en la cabeza, desde 1983 que entraron en el Ayuntamiento de Santa Cruz, que tenía que ir al lado del mar”, rememora Dulce Xerach, escritora, abogada y doctora en Arquitectura, y que fue consejera de Cultura en el Cabildo entre los años 1995 y 2003, siendo testigo directo del inicio de las obras, su desarrollo y finalización.

“De hecho -continúa explicando-, Adán Martín era concejal de Urbanismo en Santa Cruz y en el primer PGO de la democracia él puso al lado del mar un dibujito de la ópera de Sidney y desde que llegó al Cabildo en 1987 estuvo buscando qué arquitecto podía hacer un emblema similar a lo que había supuesto la ópera para Sidney”. Y así fue cómo su hermano, el reconocido arquitecto Fernando Menis, que había visto una exposición de Calatrava en Barcelona, “llamó a Adán y le dijo que había un arquitecto que también era ingeniero que está haciendo unas cosas interesantísimas que creía que a él le interesarían. Entonces, Adán aprovechó uno de los viajes a Barcelona y se enamoró del trabajo de Calatrava y ahí empezaron a negociar con él”.

Así, sería en 1990 cuando se encargaría la redacción del estudio previo del proyecto a Santiago Calatrava. En 1991 se presentó públicamente el anteproyecto del Auditorio de Tenerife y se conoció la maqueta elaborada por el arquitecto, momento que recuerda también Xerach, ya que, aunque aún no era consejera, ya estaba en el Cabildo como becaria.

En un primer momento, el edificio se pensaba ubicar al inicio de la avenida Tres de Mayo, pero en 1996 se aprueba el cambio de emplazamiento hacia la zona del Castillo Negro. “La obra comenzó en una parcela que estaba por debajo del Palacio de Justicia, porque Puertos no nos daba la autorización para hacerlo mirando al mar, que era la ilusión de la ciudad y como estaba contemplado en el PGO. Y ya habíamos empezado la obra, hecho el desmonte, y de repente hay un acuerdo con la Autoridad Portuaria y decidimos cambiar de parcela, pero en aquel momento fue una decisión muy difícil porque ya se había comenzado la obra y sabíamos que se iba a incrementar el precio, porque no era lo mismo el terreno en el que estábamos que al lado del mar”, explica Xerach.

De hecho, apunta que “eso hizo que tuviéramos que hacer el mayor pilotaje en España hasta el momento, tuvimos que ir hasta los 42 metros de profundidad del mar para conseguir apoyar el Auditorio en basalto”.

Así, las obras se iniciarían por fin en 1997 y se prolongaron hasta el año 2003, en un camino que estuvo lleno de complejidades. “Todas las del mundo”, afirma Dulce Xerach. “En la Isla fue la primera gran obra de infraestructura pública que se hizo y ahí aprendimos todos, con los problemas que nos encontramos en el Auditorio, de todo tipo. Eso fue un aprendizaje para luego poder abordar otras muchas obras, como el TEA, que ya fue un expediente perfecto y sin problemas de principio a fin. Pero lo teníamos clarísimo, aquel Cabildo de Adán Martín, porque era su idea, que era lo que había que hacer. Cómo no íbamos a tener en Tenerife un Auditorio que fuera significativo, que fuera una seña de identidad. Había que tirar para adelante”, relata.

Por ejemplo, al principio “no iba a haber parking, ni plaza, ni ópera, y al final se hicieron, entonces el edificio subió de presupuesto, pero porque se ampliaron sus funciones”. La cifra final del coste de la obra fue de 72,3 millones.

Además, continúa, “trajimos dos o tres asesores externos para asegurarnos de que la acústica estaba bien, porque la forma de la sala no es nada convencional, hubo muchas discusiones sobre si iba a sonar bien o no”. “Y para cada una de esas decisiones hablábamos con el patronato de música, con los músicos de la orquesta, con la comisión ciudadana del auditorio, con medio Santa Cruz… Creo que fue la obra más publica y transparente que yo recuerdo”, añade.

En cuanto a la relación con Calatrava, Dulce Xerach afirma que “conmigo y con Adán siempre fue muy correcto y muy comprensivo, porque los cambios se los pedíamos nosotros. Es verdad que siempre llegaba enfadado a la Isla, pero luego se iba suavizando y entonces decía que sí a los cambios. Fue una relación compleja, pero para mí no fue mala. Por mucho que le puedan criticar algunos, acaba de hacer el pabellón principal de la Expo de Dubai, y de inaugurar una de las iglesias más importantes en Nueva York, hizo la estación en el espacio de las torres gemelas…”.

Y por fin en 2003 llegaría el momento de la inauguración, que tuvo dos etapas: la primera en abril, “cuando se terminó la sala de cámara y toda la plaza exterior y entonces hicimos una inauguración parcial y se creó un ciclo de Cámara denominado ABC”, apunta. “Y no sé a quién se le ocurrió poner un andamio y tirar una botella de champán como si fuera un barco, pues me tocó a mí y que no se me rompía la botella… Y a la tercera se rompió por fin, con la plaza llena de gente, porque fue uno de esos días de ilusión en los que Santa Cruz por fin abría un cachito al mar y la gente podía llegar al mar sin tener que pasar por el puerto. Y al año siguiente las murgas hicieron muchas parodias sobre ese momento”, recuerda.

Mientras, “la sala sinfónica, la grande, estaba ya acabada en abril, pero le faltaba equipamiento escénico y miles de ajustes que había que hacer y con expertos, porque teníamos mucho miedo a equivocarnos, cada decisión era muy dura de tomar”. Por lo que la inauguración oficial sería en septiembre de ese mismo año, y a la que acudiría el en aquel entonces Príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón, hoy rey de España.

Y, desde entonces, en estos 20 años, el Auditorio ha albergado miles de espectáculos artísticos de máximo nivel nacional e internacional y su moderno perfil con el mar Atlántico a sus espaldas lo ha convertido en una seña de identidad de la Isla, cambiando el paisaje de Santa Cruz.

En conmemoración de este 20 aniversario, se ha organizado un gran concierto en el Auditorio que evoca a aquel inaugural de 2003, con Víctor Pablo Pérez al frente, y que ha contado con dos pases: el primero tuvo lugar ayer y el segundo será hoy.

Adán Martín

“Si volviera para atrás yo no cambiaría nada, fue una vivencia alucinante, pasar de repente de una administración local a estar al nivel de las grandes administraciones europeas, que estaban haciendo infraestructuras de primera línea mundial, y nos pusimos en esa altura en poco tiempo, para lo que era Tenerife en aquel entonces. Y todo no hubiera podido ser sin Adán Martín, el nivel que tuvo el Auditorio, la calidad, porque mira que se arriesgó con el Auditorio. Fue un salto cualitativo. En cultura, supuso un antes y un después, totalmente”, concluye Dulce Xerach.

Tal es así que el pleno del Cabildo aprobó en 2011, por unanimidad, cambiar el nombre del edificio al de Auditorio de Tenerife Adán Martín, fallecido en octubre de 2010.

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