Cada año se rescatan en Tenerife unos 3.500 ejemplares de pollos de pardelas cenicientas debido a su vulnerabilidad al deslumbramiento que les producen las luces. Y se calcula que es solo el 40% del total, lo que significa que otros 1.500 mueren por el impacto lumínico. Otro tanto ocurre con los murciélago, aunque se tienen menos datos de lo que ocurre con ellos.
Esta situación es la que ha llevado al Plan Nacional de Investigación a incluir un trabajo que se desarrolla en el Barranco del Infierno (Adeje) y que está liderada por el científico Airam Rodríguez, del Museo Nacional de Ciencias Naturales, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El objetivo es conocer cómo impactan en pardelas cenicienta y en los murciélagos distintos tipos de luces, propuestas por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), que recibirá los resultados de cara a las futuras regulaciones sobre las luminarias permitidas en lugares como Tenerife y La Palma, donde estas están restringidas por la denominada Ley del Cielo.

El equipo que trabaja con el investigador canario es internacional. La labor de campo la realiza junto a otras dos personas en el Barranco del Infierno desde el 1 de agosto y hasta la semana que viene. Sin embargo, los resultados se analizarán en lugares como Baleares, Madrid o Polonia, según explica a este periódico.
“Elegimos esta zona porque es un lugar relativamente bien conservado y en la que es fácil colocar el GPS a las pardelas, así como colocar las grabadoras de sonido y las cámaras en el caso de las pardelas. Para ver el comportamiento de los murciélagos usamos detectores de ultrasonido”, relata el propio Airam Rodríguez.

Además de la correspondiente publicación científica, los resultados buscarán mejorar las citadas regulaciones lumínicas en La Palma y Tenerife, para preservar a pardelas y murciélagos. Como es bien conocido, Canarias está sometida a la Ley sobre la Protección de la Calidad Astronómica de los Observatorios del Instituto de Astrofísica de Canarias, de 31 de octubre de 1988, una norma pionera que inspiró leyes en otras comunidades españolas y en países como Chile, Hawái o Italia.
De ahí surgen restricciones de todo tipo a los alumbrados que se utilizan en las islas con observatorios. Esta investigación, sin embargo, podría ser fundamental para preservar las dos especies, una de las cuales, la pardela está en situación de vulnerabilidad.
“Cada noche -indica Airam Rodríguez- proyectamos un tipo de luz y otras ninguna, para ver los diferentes comportamientos. Estamos haciéndolo con una luz ámbar, que está muy extendida en La Palma, por ejemplo, sobre todo en las carreteras, y una luz que es más blanca. Son las dos más restrictivas que propone el IAC, si bien la primera lo es más que la segunda. De momento, sí parece que la ámbar es la más benigna”, asegura.