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El incendio de La Gomera, 39 años después: una “enorme bola de fuego” que acabó con 20 vidas

Una enorme bola de fuego, según el relato de Sito Simancas, un radioaficionado cuya única forma de comunicación era a través de walkie-talkies, saltó sobre los cortafuegos recién creados y se elevó como una chimenea hacia Ojila y Agando
El incendio de La Gomera: 39 años de una de las mayores tragedias provocadas por el fuego

Hoy, 11 de septiembre, se cumplen 39 años del incendio de La Gomera, la tragedia más grande que haya afectado a la Isla. Aunque en términos de incendios forestales, el episodio negro del Roque de Agando apenas registra un lugar destacado en la hemeroteca (se quemaron 900 hectáreas, en su mayoría matorrales y monte bajo), sus trágicas consecuencias, con 20 vidas perdidas, lo mantienen en el primer puesto de este tipo de sucesos en España.

Nadie pudo prever, en la medianoche del 10 de septiembre, que el fuego que comenzó en la zona conocida como Dehesa del Manco, en el caserío de La Laja, en el barranco del mismo nombre, en San Sebastián de La Gomera, se convertiría al día siguiente en una gigantesca columna de fuego que se cobraría la vida de veinte personas. Entre ellas, el joven gobernador civil (de tan solo 36 años y con 44 días en el cargo), Paco Afonso, quien había llegado a la isla para supervisar las labores de extinción, incluso usando botas militares que había conseguido para la ocasión.

Curiosamente, su predecesor, Eligio Hernández, había enfrentado un incendio en 2017 en Icod que arrasó 20,000 hectáreas y planteó la posibilidad de evacuar a los 20,000 habitantes de la zona. Esta vez, la situación parecía menos grave, un pequeño conato que ni siquiera alertó a los residentes, pero dos horas después, se extendió hasta la cumbre, cruzando la carretera TF-713 (hoy G-2), cerca del parque de Las Nieves y dirigiéndose hacia el sur, al barranco de Benchijigua. En ese momento, se hizo un llamado a voluntarios a través de altavoces y campanarios en San Sebastián, Hermigua y Vallehermoso, y muchos subieron con lo que tenían, incluso en chancletas. Al amanecer, comenzó la creación de cortafuegos para evitar que las llamas llegaran al cercano Parque Nacional de Garajonay, con la supervisión de técnicos de Icona en La Zarcita, Bailadero y El Cedro.

El incendio de La Gomera, muy voraz

Al mediodía, el fuego se consideró casi controlado en la zona de Los Roques, justo cuando llegó el gobernador civil, Francisco Afonso Carrillo, acompañado por su secretario, Bartolomé Alonso, y su chofer, José Brito. Fue en ese momento cuando el viento cambió y las llamas se alzaron desde el fondo del barranco. Una enorme bola de fuego, según el relato de Sito Simancas, un radioaficionado cuya única forma de comunicación era a través de walkie-talkies, saltó sobre los cortafuegos recién creados y se elevó como una chimenea hacia Ojila y Agando.

Los técnicos de Icona ordenaron a todas las personas presentes en el área que se retiraran a la zona ya quemada. Justo cuando las autoridades estaban en la carretera entre los Roques de Agando y Ojila, observando los trabajos de los cortafuegos, estalló otro brote de fuego con tal ferocidad que atrapó a veinte personas en ese tramo de carretera, causando sus muertes.

Durante la tarde del 11 de septiembre, se confirmó la muerte de Paco Afonso y otras dieciséis personas, y días después fallecieron tres de los 17 heridos graves, algunos de los cuales fueron trasladados a la unidad de quemados del Hospital del Rocío de Sevilla. Entre los heridos se encontraba el presidente del Cabildo en ese momento, Antonio Lito Plasencia, quien, hasta su fallecimiento a los 82 años en 2015, llevó en su rostro las marcas del trauma vivido el 11 de septiembre de 1984.

Sito Simancas, director de Onda Tagoror y una verdadera enciclopedia de La Gomera, fue uno de los voluntarios que subió a la cumbre para apoyar las comunicaciones como radioaficionado. Él fue uno de los afortunados que escaparon de la “terrible bola de fuego que subió hasta Agando después de una explosión en La Laja”. Según su relato, el jefe de Icona, Sosa, ordenó a todas las personas en la carretera que retrocedieran y gritaba: “No suban, vayan hacia abajo, hacia lo que ya está quemado”. Casi sin tiempo para reaccionar, veinte personas quedaron carbonizadas en el lugar, sumiendo a la isla en un “silencio contenido”, como lo describió Casimiro Curbelo, alcalde de San Sebastián en ese momento.

Después del incendio, que se consideró oficialmente controlado el 13 de septiembre y extinguido el 19 cuando llegaron las primeras lluvias, un total de 20 personas habían perdido la vida, 18 de ellas entre el 11 y 12 de septiembre, y quedaron 14 heridos, incluyendo al presidente del Cabildo gomero, Lito Plasencia. Trece de los fallecidos eran naturales de La Gomera y los otros siete de Tenerife, incluido el gobernador civil, Paco Afonso, su chofer y su secretario personal, así como cuatro jóvenes que murieron abrazados en un Panda blanco.

Pablo Afonso, quien en ese momento era fotógrafo, se convirtió en uno de los protagonistas polémicos del incendio. A pesar de tener un permiso del juez para fotografiar los cadáveres, Eligio Hernández juró que “esas fotos no se publicarán, aunque sea lo último que haga en política”, y envió a Pablo al calabozo por negarse a entregar el rollo de película. La puerta del calabozo quedó entreabierta, y Pablo regresó a Tenerife en el mismo helicóptero que llevaba al delegado del Gobierno. Las fotos finalmente se publicaron en El Día, Diario 16 e Interviú.

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