Desde hace ya cierto tiempo, es frecuente verla paseando por la playa de El Médano. Camina sola, por la orilla, de punta a punta de la playa, una y otra vez, desde la mañana hasta el atardecer. Es una mujer delgada, bien parecida, muy bronceada. Suele llevar la cabeza cubierta con un pañuelo. Luce bikini. Pasaría desapercibida entre los cientos de bañistas que acuden a la costa granadillera si no fuera por un comportamiento fuera de lo común que la delata como una persona muy especial. Mientras pasea por la playa, ensimismada en el fondo musical de los cascos con los que se aísla del mundo, lleva en su mano derecha una bolsa de plástico en la que va depositando todos los papeles, colillas, plásticos y demás residuos que va encontrando a su paso en la arena. Pero la forma en que lo hace es aún más sorprendente: no se agacha, sino que recoge la basura con los dedos de un pie, que usa como si fuera una tercera mano, y luego lo alza hasta soltarla en la bolsa. Y sigue caminando. Tiene ya tanta práctica que hace la maniobra con una sorprendente facilidad.
Un niño que juega en la orilla haciendo castillos de arena se queda mirando a la mujer, extrañado. Observa con detenimiento cómo recoge otra colilla con su pie. Curioso, le pregunta a su madre: “¿Qué hace esa señora, mami?”. “Esa mujer nos recuerda que debemos cuidar más la playa, que es de todos y la llenamos de basura”. El niño siguió observándola con admiración mientras se iba alejando con su bolsa de plástico cada vez más repleta.
¿Pero quién es esa enigmática mujer del pañuelo que, de un tiempo para acá, se ha convertido en un habitual ejemplo andante de civismo para todos los vecinos y usuarios de este popular rincón del sur tinerfeño? ¿De dónde es? ¿Por qué hace eso? ¿Dónde vive? ¿A qué se dedica?… DIARIO DE AVISOS quiso desvelar el misterio y nos acercamos a la enigmática sirena ecologista de El Médano. Nos atendió con amabilidad, aunque por timidez prefirió no mostrar su rostro en las fotos. Pero accedió a contarnos su extraordinaria historia de superación.
Se llama Loly. Es gallega, de A Coruña. Tiene 46 años. Descubrió Tenerife y El Médano hace unos seis años, después de que una pareja de tinerfeños, a la que conoció durante unas vacaciones en Fuerteventura, le recomendó esta playa tinerfeña. “Mi marido Óscar y yo solíamos ir antes a Lanzarote y Fuerteventura. Siempre buscamos playa y sol porque me sienta bien para mis problemas de salud. Cuando llegué a El Médano me encantó el ambiente, el aire y el sol de aquí. Y decidimos seguir viniendo, porque además queda muy cerquita del aeropuerto”.
Fue un flechazo. A partir de entonces viaja desde su Coruña natal a Tenerife varias veces al año; hasta media docena. Su marido trabaja como representante de suministros plásticos para barcos de pesca y, al ser autónomo, tiene facilidad para tomarse de cuando en cuando alguna semana de descanso y escaparse a la Isla. “Aquí es donde mejor está Loly, hace más sol y el agua no está tan fría, así que cada vez que podemos cogemos el avión y nos venimos unos días”, explica Óscar. Y más ahora, pues hace cuatro años compraron “un pisito en San Isidro, una oportunidad que nos surgió” y pueden venir más a menudo. Ya son tinerfeños de adopción. Solo echan de menos el pescado de Galicia, “que no se puede comparar…”.
Loly se confiesa una ecologista acérrima, de ahí su dedicación a la limpieza de las playas. “Lo hago en El Médano y en todas las playas que visito. En Tenerife voy también a veces a la playa del hotel Bahía del Duque. Siempre lo he hecho en mi ciudad, en la playa de San Amaro, que está al lado de la Torre de Hércules. Allí somos varios los que limpiamos la playa, y hasta hay un señor mayor que se dedica a quitar las algas”. “Creo que es algo que debemos hacer -explica- para no contaminar más el planeta. No cuesta mucho tirar las cosas en sus lugares correspondientes. Si tiramos el aceite en el vertedero terminará en el mar, como las toallitas de bebé, que ya vemos los problemas que causan. Las pilas son venenosas y si se puede reciclar lo que tiramos ahorramos energía y recursos, que no nos damos cuenta que son limitados”.
No recuerda cuándo empezó a recoger basura en las playas. “No sabría decirte, pero hace ya años. Antes recogía alguna cosa que veía y la tiraba al contenedor, pero al final daba tantas vueltas que decidí ir con una bolsa”. Su convicción ecologista también la lleva a la práctica en el hogar. “Tenemos que cuidar nuestro planeta y por mí que no quede. Yo en casa reciclo y clasifico la basura y cada 20 días la deposito en el punto móvil de recogida”. “Es una ecologista radical en la playa, en la casa y en todos lados”, confirma su marido.
Pero lo más sorprendente fue conocer por qué Loly recoge la basura de esa manera tan particular, con los dedos del pie. “La recojo así -explica- porque no me puedo agachar mucho. Padezco una enfermedad rara que me afecta a los huesos y a las articulaciones. Llevo muchos años con ella pero hace cuatro me diagnosticaron síndrome de Ehlers-Danlos, una enfermedad hereditaria que se caracteriza por articulaciones extremadamente sueltas o laxas. Más de una vez durmiendo se me ha soltado un hombro. Me han tenido que operar en varias ocasiones. Con el frío y la humedad me pongo peor y por eso cada vez que podemos nos escapamos al sol de Tenerife, a secar los huesos. Aquí estoy mucho mejor”.
La enfermedad le obliga a estar de pie mucho tiempo. No puede permanecer sentada por su maltrecha columna y el dolor en el coxis. Por eso tuvo que dejar su trabajo como teleoperadora de Telefónica. Cada vez que viaja en avión pide permiso al piloto para poder pasear por el pasillo la mayor parte del viaje, lo que le ha acarreado más de un problema con algún pasajero. Por esa misma razón no le gusta viajar en coche. Tal es así que, a pesar de los años que lleva visitando Tenerife, de la Isla solo conoce algunas playas del Sur. “Me han dicho que el Teide y el Norte son muy bonitos, pero mi cuerpo no resiste viajar tanto tiempo sentada. También me encantaría visitar el Siam Park, pero con este problema no puedo”. Para aguantar en la tumbona de la playa ha tenido que adaptarla con varios flotadores en la espalda”.
Su marido la llama “la basurera de El Médano”, y ella le dice a él “mi sherpa” porque tiene que ir a la playa cargado con las dos tumbonas, los flotadores, los parasoles, los bolsos de la ropa y las toallas y una nevera grande con la comida y las bebidas. “Nos pasamos todo el día en la playa, desde las 10 de la mañana hasta las 8 de la tarde, así que tenemos que ir bien aprovisionados”, comenta Óscar. “Con este cargamento, el mayor problema es encontrar un aparcamiento cerca de la playa”.
Loly cree que es necesario instalar más papeleras, tanto en las playas como en las calles de la Isla. “Y más contenedores para reciclar”, aparte de solucionar el problema de los vertidos. Durante sus paseos por la playa de El Médano ha recogido “de todo: desde colillas, plásticos y vidrios, hasta gafas de bucear, camisetas, salvaslips, bragas, calzoncillos…”. Muchos medaneros habituales ya la reconocen y algunos la paran para felicitarla por su ejemplar comportamiento cívico. “El Ayuntamiento le debería dar, al menos, una camiseta del Servicio de Limpieza por el trabajo que hace”, comenta en broma su marido.
Loly y Óscar llevan veinte años juntos y su idea y su ilusión es quedarse a vivir en Tenerife, en El Médano, más concretamente, porque aquí, a diferencia de su Coruña natal, pueden ir a la playa todos los días del año, en verano y en invierno, y disfrutar del sol, que es su mejor medicina.