Cuando Carmen Pérez Ramírez llegó a su casa, siendo adolescente, y le dijo a su padre y a su madre que se había apuntado en el Conservatorio porque quería estudiar música, “la zapatilla voló, estuve castigada y sin embargo aquí estoy, 28 años después dando clase como profesora de música, de folclore concretamente, y estudiando desde los 11”.
Su progenitores preferían que optase por una carrera universitaria porque creían que la música “no daba futuro”, pero años más tarde les demostró que esa premisa podía romperse fácilmente. El único requisito es querer hacer lo que a uno le gusta y dedicarle tiempo y alma.
Natural del municipio de Arucas, Gran Canaria, Carmen es una apasionada de los instrumentos, de su historia, de su composición, y de todo aquello que hay detrás y que la mayor parte de la gente no conoce pero que ella se empeña en descubrir.
Su primer acercamiento con el timple fue de joven. En una ocasión necesitó uno para tocar y el primero que le llegó fue uno elaborado por Juan Negrín, uno de los grandes fabricantes de este instrumento. Pero se le hizo pequeño y coincidiendo que empezó a estudiar con Domingo Rodríguez ‘el Colorao’, tuvo el gran placer de conocer al ‘Maestro Andrés’, quien le aseguró que le iba a construir uno para ella. Y cumplió su promesa.
Carmen le tiene un cariño increíble al timple construido por este popular constructor de Gran Canaria que en su pequeño taller -en realidad era el balcón de su piso- construía aunténticas “joyas” aunque era un oficio que tenía como hobby dado que trabajaba en los muelles. “Es el de arriba a la izquierda”, y señala hacia la vitrina del medio, una de las tres que están expuestas en la Feria Regional de Artesanía de Pinolere, en la sala denominada Timpleros, en la que se puede ver parte de su colección y la de otros músicos como Pedro Izquierdo y David Sánchez.
La Feria, en la que participan 170 artesanos, y que cierra hoy sus puertas, está dedicada este año a los timpleros, artesanos constructores de timples de Canarias. Durante dos días se llevaron a cabo presentaciones de libros, espectáculos y talleres gratuitos para los más jóvenes y este domingo se podrá disfrutar, entre otras cosas, de las actuaciones de la timplista Alba Chávez y Raquel Álvarez; Domingo ‘El Colorao’, Juan Carlos Pérez ‘El Palmero’, y la voz de Ayla Rodríguez Hernández; y los espectáculos El tambor de las islas, de Güicho y Comer y Cantar, de la Parranda Villera.
Poco a poco Carmen fue adquiriendo más timples a los que le siguieron instrumentos de percusión, bandurrias, laúdes, y mandolinas de diferentes constructores.
Actualmente, tiene en su casa una habitación en la que atesora casi un centenar de instrumentos, entre las que se encuentran como cuatro bandurrias de Juan Aguiar, uno de los más destacados lutieres de Canarias, y otros que ha traído de diferentes países, mandolinas antiguas, italianas, peruanas, un buzuki, una balalaika (un laúd de origen ruso de tres cuerdas metálicas que se caracteriza por su caja de forma triangular, casi plano), otro que trajo de Mongolia que tiene cabeza de caballo “cuyo nombre es impronunciable”, en referencia al morin juur, y varias flautas, por citar algunos ejemplos.
Aprovechó cada viaje que hizo para aumentar su colección. El mismo trato exquisito que le puso para trasladarlos desde su lugar de origen -siempre los llevó en cabina porque están confeccionados con maderas muy sensibles y corren el riesgo de romperse fácilmente- es el que les brinda a diario.
Esta profesora de música es una apasionada del folclore canario, que enseña a sus alumnos desde las edades más tempranas. “Es importante que reconozcan correctamente los diferentes instrumentos que le son propios. Por fortuna, los colegios también colaboran y el timple ya se está empezando a ver dentro de la asignatura de música”, explica.
Asegura que desde los 4 o 5 años el timple es algo que les llama la atención. Quizás, porque a diferencia de otros instrumentos de cuerda, es pequeño, “lo puedes llevar a cualquier lado y es identidad de nuestra cultura. Por eso muchos padres optan por regalárselo a sus hijos e hijas cuando empiezan a estudiar música”.
Carmen asegura que también hay mujeres que tocan el timple a las que no se les ha dado a conocer su trayectoria pero que han participado en concursos y al haber quedado en tercer o cuarto lugar, “nunca se habla de ellas”. Por eso, quiere destacar el importante valor que tiene la mujer en la música y el folclore, “que ha tenido que empezar y arrancar en un mundo que antes era un poco masculino”.
Respecto a la conservación de este instrumento asegura que hay que tener un poco de cuidado, sobre todo cuando hace mucho calor, tanto con las cuerdas, a las que se les saca el polvo con un paño pequeño, como con la madera, que se mantiene con unos aceites especiales. Otra precaución importante que hay que tener en cuenta es la habitación en la que se guardan, que debe estar aclimatada con una temperatura media para que no se seque mucho.
Los instrumentos en general y los timples en particular son la gran pasión de Carmen. Por eso no dudó cuando le propusieron acudir y exhibir parte de su colección en la Feria de Pinolere de este año.
“Siempre he venido y gran parte de mis instrumentos los he comprado allí, pero en este caso participo desde el otro lado”, dice sin ocultar su emoción.
Seguramente en esta ocasión también se llevará algún timple para sumarlo a su familia de instrumentos musicales aunque prefiere no desvelar cuáles son sus preferencias en esta ocasión. “Tengo una tarjeta en el bolsillo pero no te voy a decir de quien”, apunta con mirada cómplice.