cultura

Un archipiélago rodeado por un océano de enigmas

El investigador y divulgador José Gregorio González publica una edición actualizada y ampliada de su ‘Guía mágica de Canarias’
El escritor y periodista tinerfeño José Gregorio González. / Fran Pallero

Un libro vivo. Una obra que durante años no ha dejado de escribirse, de evolucionar, de construirse… Y de leerse. Este ha sido, este es, el itinerario de Guía mágica de Canarias (Ediciones Luciérnaga, 2024), el volumen que acaba de publicar el investigador y divulgador José Gregorio González, con el que, precisamente, invita a recorrer centenares de misterios y lugares enigmáticos del Archipiélago.

“Cuando se publica la primera edición, en 2003 -detalla en una charla con DIARIO DE AVISOS-, la Guía mágica de Canarias era el producto de 10 o 15 años de estar recorriendo las Islas, con ciertas limitaciones de tiempo y de recursos, visitando lugares, entrevistando a testigos, estudiando bibliografía y documentación…”. “En ese momento, el libro tuvo una muy buena acogida, lo que llevó al Grupo Planeta a interesarse por él e incorporarlo a su catálogo en 2015. Se trata, por tanto, de una obra de largo recorrido, que ahora han decidido relanzar, dándome la oportunidad de hacerle algunas correcciones y añadirle un capítulo más [Canarias encantada. Cartografía de edificios y lugares con fantasmas, que cierra el volumen]”, agrega González.

FUNCIONALIDAD

En estos aproximadamente nueve años que han transcurrido de una edición a otra, el también periodista ha recabado una cantidad de material nuevo que haría posible triplicar la extensión de su libro sin mayores complicaciones: “Podría haber agregado 10 capítulos más, pero es obvio que eso, por una cuestión funcional, iría contra la propia naturaleza de la obra, la de ser una guía”.

TERRITORIO DE MISTERIOS

Recurriendo prácticamente al título de otro de sus trabajos, podría decirse que las Islas han destacado siempre por ser territorio de misterios. “Esto es algo que culturalmente viene de antiguo. Canarias era un territorio mítico para las culturas clásicas”, afirma, “que ubicaban aquí o por el entorno más próximo la Atlántida, el Jardín de las Hespérides, los Campos Elíseos…”. “Nuestra posición en el océano condiciona que cuando el Archipiélago se incorpora al mundo conocido, con los primeros viajeros y las primeras culturas que nos visitan, todo ese halo de leyenda comience a cristalizar”.

De esta forma, argumenta el autor tinerfeño, las descripciones sobre el territorio insular formuladas desde el exterior hablan de los guanches y el hábitat en el que viven de manera idílica, y aluden, por ejemplo, “a un árbol que da agua o al maná que se recoge en las cumbres de La Palma”. “Esa visión mágica perdura, aunque cada vez va siendo más realista, hasta la actualidad”, apostilla.

A todo eso se une, sin duda, la condición de puente, de enlace entre tres continentes, “que propicia un enriquecimiento cultural que también influye en las creencias, en los misterios y en las leyendas”. “Eso, a su vez -argumenta González-, va creando un territorio muy fértil para este tipo de cuestiones e inquietudes. Después hay fenómenos más específicos, como el tema ovni, que confluyen en Canarias de manera especial, por sus características geográficas y ambientales”.

Portada de la nueva edición de ‘Guía mágica de Canarias’. / DA

LA SELECCIÓN

En un catálogo tan amplio de misterios y lugares secretos, el proceso de selección es una de las tareas más complejas: “El criterio es ofrecer una selección variada, para que se pueda apreciar la diversidad de temas que confluyen en Canarias, y accesible, con el fin de que la gente pueda entrar en contacto con muchos de ellos o incluso buscar, a partir de ahí, más información”, señala. “En definitiva, el libro presenta lugares, objetos y fenómenos abordables, como un objeto que es posible contemplar o un lugar al que se puede acudir para intentar vivir una determinada experiencia”.

Cuestionado acerca de si las tecnologías de la información que manejamos hoy han favorecido o, por el contrario, perjudicado el conocimiento acerca de esta Canarias mágica, José Gregorio González considera que resulta evidente la tendencia a perder el rico legado que siempre ha brindado la tradición oral.

ORALIDAD

“Cada vez hay menos personas dedicadas a hacer trabajo de campo -explica- recogiendo todas esas historias, por lo que quienes las conocen no tienen la posibilidad de transmitirlas”. “La tradición oral ha sido fundamental para conocer, por ejemplo, un lugar considerado mágico, encantado o maldito. Si no recurrimos a estas fuentes, a quienes vivieron este tipo de experiencias o recibieron esos relatos, irán desapareciendo”, recalca.

“Sin duda, las tecnologías actuales te ayudan mucho en la divulgación -admite el escritor tinerfeño-, pero solo si antes hay un trabajo de campo y una labor de documentación. Sin embargo, a menudo suelen ser también una importante fuente de rumorología, de contaminación, un lugar donde se reúne gente que se entretiene elaborando fakes, inventándose historias, mezclando cosas… Y como, por desgracia, son relatos de consumo rápido, poseen un impacto importante, que nadie verifica y hasta se convierten en perdurables, a pesar de carecer de cualquier tipo de sustento”.

La cantidad de enigmas vinculados a Canarias que merecen ser divulgados es casi interminable. Un campo que aún está por explotar, desde el punto de vista cultural, pero también incluso turístico, en opinión de José Gregorio González, es el relativo al mundo religioso. “Un terreno muy interesante, aunque no seas creyente y te interese más bien poco la historia del arte -expone-, es el que tiene que ver, por ejemplo, con los cuadros y las imágenes a los que se les atribuyen prodigios y milagros”.

“Se trata de historias que pertenecen a su tiempo y probablemente la mayoría fueron instrumentalizadas, pues respondían a algún fenómeno natural que resultaba inexplicable entonces o incluso a algún truco con el que obtener un beneficio, pero continúan despertando la curiosidad de la gente y no dejan, en ese sentido, de tener interés”, asevera. “Estaría bien que se divulgaran, debidamente contextualizadas, y para eso la Iglesia, que en un momento determinado decidió ocultarlas, debería perder el miedo a hacerlo”, concluye.

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