El menor de los hermanos de El Celler de Can Roca, Jordi Roca, y su mujer, la mexicana Alejandra Rivas, ‘Ale’, han traído al Royal Hideway Corales, de Costa Adeje, uno sus proyectos más personales y golosos. Se trata de los singulares productos de la heladería Rocambolesc que nace con la idea, aparentemente simple pero no lo es, de “democratizar”, en otras palabras de llevar a pie de calle, los sabores, aromas, olores y texturas de los postres que se disfrutan en el restaurante gerundense.
Para presentar este proyecto tanto Jordi como su mujer Ale se trasladaron al Sur de Tenerife y procedieron a levantar la persiana del kiosko que albergará hasta el próximo día 28 de abril los helados soft, polos, tarrinas y otras elaboraciones dulces para disfrutar de una experiencia rocambolesca.
Jordi, todavía con algunos problemas para recuperar la voz tras siete años de padecer una disfonía espasmódica, y Ale recuerdan que hace doce años comenzó la aventura de Rocambolesc, que hoy cuenta con establecimientos en Girona, Barcelona y Madrid, además de un tour que recorrerá varios sitios de la Península con el inicio en esta isla.
La idea del proyecto surgió hace doce años cuando Jordi apostó por “democratizar” los postres de El Celler y llevarlos a pie de calle en forma de helados para que los pudiera disfrutar todo el mundo. “El piensa, el vuela, el crea y yo lo aterrizo al día a día, a la práctica y a hacer posible ese sueño”, relata Ale.
“Comenzamos haciendo versiones de postres de El Celler, pero con el paso del tiempo Rocambolesc ha ido adquiriendo su propia identidad y ahora no solo nos inspiramos en estos postres, como el láctico o el de fresas y lima que se pueden degustar en el kiosko, sino que también buscamos inspiración en productos de temporada, en días especiales o festivos. Ahora no hay límites para crear sabores”, sigue Ale.
La razón de venir ahora a Tenerife es que El Celler de Can Roca liderado por Joan Roca, cocinará dos exclusivas cenas el 9 y 10 de mayo, con los chefs Juan Carlos y Jonathan Padrón, de El Rincón de Juan Carlos. Con este motivo le ofrecieron a Jordi y Ale venir los días previos con su propuesta dulce, y se dijeron por qué no. “Nos entendimos muy bien y pensamos que era el momento de venir a Tenerife. Nos hacía mucha ilusión y además el clima acompaña”, explica Jordi.
Pero los proyectos de esta pareja, además de El Celler y Rocambolesc, no se ciñen a estos dos. Además han abierto una bikinería y Casa Cacao -en este último les acompaña la esposa de Joan Roca-, un acogedor hotel con una chocolatería cien por cien artesanal. En este momento de la conversación toma la palabra Ale quien apunta que “el me lía y me dice que hay que hacer una bikinería y se hace, se acondiciona el local, se forma el personal y se abre”. “Yo ahora le digo que por favor pare porque a Jordi se le ocurren cosas y enseguida me las pasa a mí, así que a veces le digo que no piense en nada más”, se ríe.
Ale Rivas recuerda que empezó sus prácticas en El Celler de Can Roca, donde estuvo seis meses y luego regreso a México un año. Justo en este momento Jordi empezó a dar sus primeros pasos con el tema de la heladería y ambos se entendieron muy bien entre idas y venidas a México. Entre ambos sacaron el proyecto y están contentos de ver cómo ha crecido y la fuerte evolución que ha tenido es tal que “este año hemos decidido estar en más ciudades y en más festivales de la península ibérica”.
Preguntado Jordi sobre qué enseñanzas le ha trasmitido estos siete años con disfonía espasmódica responde con agilidad, con una sonrisa en la cara y mirando a su mujer: “He aprendido a callar y a escuchar”. Ale responde que “está aprendiendo a callar y a escuchar y también a ser paciente porque si no lo entiendo me invento lo que él dice, le respondo otra cosa y todos tan contentos”. “Al final son cosas que te unen como pareja. Son momentos en que aprendes otras cosas, cómo sobrellevarlo y a disfrutar de los momentos buenos”. El punto final lo pone Jordi con un “nos queremos”.
Trabajar con una de las familias más queridas y admiradas del mundo de la gastronomía no debe ser una tarea fácil como se puede imaginar cualquiera. Y hacerlo bajo el paraguas de El Celler de Can Roca debe ser muy complicado y con momentos difíciles. Sin embargo, Jordi señala que mantienen una división del trabajo muy estructurada. “Cada uno se ocupa de una cosa y algo muy importante, todos nos respetamos”. Ale añade que “los hermanos se respetan muchísimo y los demás hemos mamado ese carácter fraternal y al final se vive y se trabaja en un ambiente de mucho respeto”.
Ale señala que ella, por su parte, ha tenido la suerte de que “han confiado en mí para liderar un proyecto y espero que estén contentos”. “Mucho, muchísimo” asegura Jordi. A esto se añaden los proyectos de conciliación, formación, etcétera, en los que han sido pioneros en su desarrollo en El Celler de Can Roca, además de contar con un gran equipo, muchos de los cuales llevan años trabajando allí.