La pandemia, la situación de vulnerabilidad y, sobre todo, la ruina económica son algunos de los motivos clave que han llevado a un centenar de personas a asentarse en el barranco de Hermano Pedro y de los Balos, junto al núcleo de El Médano, en Granadilla de Abona. Dentro de cuevas, en comunidades y con una situación de extrema inseguridad, se instalan dos asentamientos que tienen al Ayuntamiento de Granadilla en jaque. En la comuna del barranco de Hermano Pedro, los vecinos se organizan y viven en sintonía. En la de los Balos, por el contrario, recientemente se han instalado las personas desalojadas de La Mareta y el Charco del Clérigo, por lo que aún falta ese ambiente de familia.
DIARIO DE AVISOS se trasladó ayer a estos enclaves, en los que uno de los asentados en el barranco de los Balos, cerca de la comunidad de Hermano Pedro, relató su trayectoria hasta acabar aquí. Eso sí, pidió no ser fotografiado ni que se difundiera su nombre. Tras ser despedido de su trabajo y verse abocado a no poder pagar su casa, fue echado por su compañero de piso de su vivienda en La Laguna. La situación le llevó hasta El Médano: “Tengo los dedos reventados del frío por dormir en la calle. He tenido que mudarme al sur para buscar mejor clima”, explica. Instalado en la localidad sureña, desde hace un año reside en el barranco de los Balos, aunque su casa “fue quemada hace días por un conflicto”. “Busco un lugar en una cueva para poder instalar mis enseres y una tienda de campaña”, subraya.
Asimismo, afirma que “se me negó una prestación” tras “no responder a varias llamadas”. “Vendí mi móvil y, cuando me acerqué a la administración, mi caso estaba archivado”. Tras esa negativa, pidió ayuda al Ayuntamiento de Granadilla, que trató su caso y, en estos momentos, tiene a su disposición una asistenta social. “Yo no sé de quién es la culpa, pero si estoy así es porque no me han sabido ayudar”, lamenta. No da sus datos personales precisamente por su miedo a perder una ayuda que tiene en proceso en ese consistorio: “No me fotografíes, que sea todo anónimo, por favor”, demanda.
“Todos los echados del otro asentamiento vinieron aquí”
El pasado 22 de marzo, el ayuntamiento, en coordinación con la Guardia Civil y el Servicio Provincial de Costas, desalojó diferentes asentamientos en la zona de La Mareta y Charco del Clérigo. Estos lugares se encuentran en las cercanías del aeropuerto del Sur, en las piscinas naturales de Los Abrigos y a menos de 30 minutos caminando desde el barranco del Hermano Pedro. Antonio reconoce que “todos los que fueron sacados de sus casas en Los Abrigos vinieron aquí” y admite, con cierta tristeza, que “esto es muy triste, pero te echan de un lado y te mueves al siguiente, y así hasta el final”.
Como él, hay decenas de casos. Muchos de los afectados son de nacionalidad extranjera, en su mayoría del este y norte de Europa, que han llegado a este paraje buscando el calor, pero también hay canarios. Las situaciones de cada uno son particulares, aunque, como la relatada, existen muchas. Personas que han sufrido el olvido de las instituciones y que, tras ser repudiados por amigos, vecinos y no obtener trabajo, se han visto obligados a buscar casa en la calle o, en este caso, en un barranco. Los enclaves de Hermano Pedro y Los Balos son, para muchos, su refugio, su hogar, aunque parece que no por mucho más tiempo.
La edil de Seguridad, Carmen Rodríguez, indicó ayer a este periódico que “el ayuntamiento aún no ha concretado una fecha para el desalojo”, aunque aclaró que “ya se encuentran trabajando junto con el Consejo Insular de Aguas, competente en los barrancos”. Además, indica que “falta ubicar las cuevas que se encuentran en ambas áreas y hacer un operativo para informar a los residentes de los asentamientos del desalojo que se llevará a cabo”.