Se dan las circunstancias idóneas para ello, y las conocidas como ‘microalgas‘ no han faltado a su cita con las costas de Tenerife. En esta ocasión ha sido en una zona habitual como es frente a Candelaria para este fenómeno natural de ‘bloom’ (explosión en castellano) en la reproducción de cianobacterias, y que en 2017 llegó a marcar la actualidad veraniega por estos lares, a tal punto que el Gobierno de Canarias llegó a contar temporalmente con los servicios de un buque especializado en caso de que al año siguiente se reprodujeran con tanta intensidad como entonces, lo que finalmente no ocurrió.
Sea como fuere, la triple condicion para generar esta manifestación natural vuelve a tener lugar, como son el alta temperatura de las aguas oceánicas que nos rodean, la ausencia de viento que genera un mar en calma y el alimento que necesitan para semejante afán reproductor (que no poca literatura científica relaciona con los vertidos incontrolados de agua sin depurar que tristemente han abundado en el litoral isleño desde hace décadas y al que poco a poco al fin se está poniendo remedio) tiene lugar de nuevo en Canarias pese a estar en pleno mes de abril, lo que se antoja otro efecto del cambio climático, como ya desde el año pasado reconoció el actual consejero de Transición Ecológica, Mariano Hernández Zapata (PP).
De ahí que, como entonces, el Ejecutivo autonómico cuente ahora con embarcaciones para dispersarlas en caso necesario. Es menester recordar que el baño en las zonas afectadas por los ‘blooms’ de cianobacterias no es recomendable dado que, pese a que sus efectos no suponen en absoluto un riesgo definitivo para la salud, es probable que los picores no se vayan durante horas. Y, por supuesto, más cuidado con menores y mascotas, que podrían ingerirlas.