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Tensa espera en el barranco del Hermano Pedro

Dos asentamientos de unas cien personas aguardan por la decisión del desalojo, tal como anunció recientemente el Ayuntamiento de Granadilla de Abona

Los asentamientos del barranco del Hermano Pedro y Los Balos esperan con intriga la decisión de su próximo desalojo. Este despeñadero se ubica en la localidad sureña de El Médano. Hace unas semanas, la Policía Local, la Guardia Civil y el Servicio Provincial de Costas llevaron a cabo la evacuación de 45 poblados ilegales próximos, saldándose el operativo con una detención. En esa ocasión, se actuó en las zonas de La Mareta y el Charco del Clérigo, en pueblo costero de Los Abrigos.

Los asentamientos del barranco de Hermano Pedro se dividen en dos: uno, que cuenta con casi un centenar de personas y se encuentra junto a las limitaciones del aeropuerto del Sur, y otro que se halla en el barranco de Los Balos, más cercano al núcleo de El Médano y en el que se ubican entre 15 y 20 personas.

Las viviendas

Se trata de poblados en los interiores de las cuevas de la zona que, con la ayuda de hojas palmeras y mantas, tapan el sol. Casi todas tienen en su interior sillas, mesas, tiendas de campaña u otros enseres. Este es el prototipo de vivienda.

A su vez, también se pueden encontrar infraestructuras más complejas, construidas a base de hojas de palmera y piedras para dar estabilidad a la estructura. En el barranco del Hermano Pedro, se hallan más de una decena de estos habitáculos, además de tiendas de campaña desperdigadas en el despeñadero.

Uno de los asentados en el barranco del Hermano Pedro relató ayer a este periódico que las personas que habitan en el paraje “viven en sintonía, con un gran sentido de pertenencia e, incluso, se hacen juntas de vecinos”. También explicó cómo “muchos de los nuevos que se han instalado aquí provienen del desalojo de hace unas semanas en Los Abrigos”. “Desde que me echaron de mi casa hace un año, esta gente me ha acogido con los brazos abiertos. Tuve la suerte de poder encontrar una cueva y, poco a poco, he traído mis enseres. He tenido varios problemas para encontrar casa y, finalmente, esta ha sido mi última opción”, lamenta.

Sin fecha para el desalojo

En ambos asentamientos hay historias de contrastes. En general, se trata de personas en situaciones de vulnerabilidad que se han visto abocadas a vivir en la calle y otras que provienen de distintos países y que no han tenido oportunidades laborales. También residen quienes han elegido vivir en contacto directo con la naturaleza.

La concejal de Seguridad, Carmen Dolores Rodríguez, manifestó a DIARIO DE AVISOS que “un gran número de personas que habitan en este lugar son del este y norte de Europa que se mudan por el frío. No todos, pero muchos de los que se hallan en estos lugares no piden ayudas al ayuntamiento ni a la beneficencia y únicamente se ubican allí por decisión propia”, señala. Según explica, “en el caso de La Mareta y El Clérigo, la mayoría son de nacionalidad extranjera y, por lo general, casi todos de Europa del este”.

La concejala indicó, asimismo, que “aún no se ha concretado ninguna fecha exacta para el desalojo”, aunque declaró que “ya se encuentran trabajando conjuntamente con el Consejo Insular de Aguas” para la operación.

Además, admite que “falta ubicar las cuevas que se encuentran en ambas áreas y hacer un operativo para informar a los residentes de los asentamientos del desalojo que se llevará a cabo”. “Desde hace mucho tiempo, los caminantes y visitantes que usan esta ruta se ven afectados por los enseres y campamentos instalados”, afirmó ayer.

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