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“Mi caso no es el de un propietario deleznable que no se compadece de sus inquilinos”

La casera replica a Carmen García, malagueña que se vio “obligada a abandonar la Isla” por las subidas del alquiler, extremo que desmiente
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Cartel de alquiler. DA

El problema de la vivienda en el sur de Tenerife se ha agravado desde hace tiempo. Cada día, más residentes se quejan de las dificultades para encontrar oportunidades asequibles. Muchos se han visto obligados a compartir piso, vivir en caravanas o furgonetas y, al no tener más remedio, algunos han tenido que irse de la Isla. Fue el caso, por ejemplo, de la malagueña Carmen García, que relató su experiencia a DIARIO DE AVISOS el pasado 10 de mayo y que, tras casi 30 años en Tenerife, tuvo que hacer las maletas y volver a Málaga.

Sin embargo, la casera del piso en el que habitó García durante los últimos 5 años dio ayer una versión contraria. Aunque no quiso revelar su identidad, aporta matices y documentos que ponen en entredicho algunas de las afirmaciones de la arrendada, sobre todo en lo relativo a la situación contractual del alquiler. “En ningún momento -subraya-, el precio del alquiler fue cambiado en las formas que afirma, al contrario”. Según explica, desde 2019 hasta 2024, el contrato de alquiler experimenta cambios en el precio, pero en beneficio de la inquilina. Por ejemplo, en la crisis de la Covid-19, hubo una reducción de 600 a 450 euros. Esta concesión fue únicamente aprobada por la situación pandémica”, aclara.

En su relato, Carmen García hizo hincapié en “una subida de 150 euros”, aunque la dueña del piso autentifica con pagos certificados que fue realmente de 50 euros.

“Después de que una inquilina está de alquiler 5 años, la ley establece que el arrendador puede no prolongar el contrato y, para alquilar de nuevo la vivienda, puede establecer un nuevo precio. En este caso, lo sitúe en 650 euros”. Estas nuevas condiciones le fueron trasladadas a la arrendataria con previo aviso con 3 meses de antelación, como así lo exige la normativa, cuando sostuvo que no se le notificó previamente. No obstante, la arrendataria presenta a este periódico un burofax que acredita que el proceso fue en concordancia con las normas vigentes.

“Mi caso no es el de un propietario deleznable que no se compadece ante su inquilino”, remarca. Por eso, hace un llamamiento y pide “no demonizar a todos los propietarios de viviendas”. “Yo he ayudado siempre en lo que he podido. Su relato no se ajusta a la realidad de lo que ha sucedido estos años”, sostiene. “Muchos hemos pasado por la misma situación y sabemos lo que cuesta pagar un alquiler. Mi familia lo vivió cuando era pequeña, pero no podemos pagar justos por pecadores”, insiste.

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