Justo al mediodía del pasado lunes, y en la zona del muelle del Puerto de la Cruz, este periódico fue testigo de otra escena claramente de xenofobia de una persona de entre 35 y 45 años que, ondeando una bandera de Tenerife de tamaño grande, sin camisa, con una lata de cerveza en la otra mano y con claros signos de embriaguez, pero con proclamas muy interiorizadas y que repetía constantemente, gritó por varias calles, como la Mequinez, “fuera marroquíes (y moros) del Puerto de la Cruz”.
Con claro tono agresivo y desafiante, el individuo pasó de la zona del muelle hacia Mequinez y siguió con sus gritos en una muestra más de racismo intolerable en un área que, por la asidua presencia de menores migrantes no acompañados (no precisamente marroquíes, en su mayoría), se dan a veces este tipo de delitos de odio, aunque no tan explícitos y a voz en grito como los protagonizados por esta persona, que encima explicitó varias veces que no le importaba lo que le ocurriera.
Es lo que tiene fomentar ciertos discursos, mentir, vincular la migración y la violencia y, en definitiva, mimetizar el discurso de la ultraderecha más ultramontana.