Con el inicio del curso escolar se reabre el debate sobre si la jornada debe ser continuada o partida y mientras la tendencia en España es ir hacia el horario intensivo; expertos y asociaciones de padres, tanto de enseñanza pública como concertada, se decantan por revertir esta situación.
En frente, el sector docente y los sindicatos recuerdan que hay que priorizar otros aspectos como la calidad de la educación y avisan de que sin datos científicos que avalen un mayor o menor rendimiento del alumno, la conciliación familiar debe ser para todos.
Pero, ¿quién decide la jornada escolar? ¿Se cuenta con los alumnos?
La pandemia y el confinamiento demostraron que los alumnos son capaces de adaptarse a cualquier circunstancia, pero también despertaron el apetito por empezar a cambiar las jornadas escolares partidas de aquellos años 80 hacia horarios continuados.
“Las administraciones educativas, salvo en el caso del País Vasco, deciden dar el poder de decisión de la jornada escolar a los centros educativos”, señala a EFE el director adjunto de EsadeEcPol y experto en Educación Lucas Gortazar que considera que ante decisiones que suponen un conflicto de intereses debería consensuarse con otras fórmulas.
Y es que las votaciones para decidir cómo distribuir las 5 horas diarias que obligatoriamente tienen los alumnos de la enseñanza no universitaria dependen del consejo escolar del centro, donde la titularidad y los profesores suelen tener mayoría frente a las asociaciones de padres, la representación de los alumnos y el personal de la administración.
No obstante el nivel de acuerdo para realizar el cambio de jornada no es igual en todos los territorios, y en algunas comunidades se requiere primero un porcentaje de participación suficiente por parte de las familias.
Pedro Caballero, dirigente de la Confederación Católica de Padres de Alumnos (Concapa) incide a EFE en que la opinión de los alumnos no cuenta en estos casos y la presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (Ceapa), María Capellán, añade que “los alumnos al final son permeables y se adaptan”.
Conciliación ¿para quién?
Profesores y padres ponen en el centro del problema el tema de la conciliación mientras que los expertos señalan que elegir si las jornadas deben empezar a las 8 y terminar a las 15,00 o a las 10,00 y acabar a las 17,00 “es un argumento ajeno al aprendizaje”.
Expertos de instituciones de estudios como ESADE, FEDEA, FUNCAS o de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) se centran en datos y explican cómo la fatiga cognitiva es mayor en adolescentes cuando se agrupan muchos conocimientos en poco tiempo.
“Los estudios demuestran que los adolescentes tienen su hora máxima de concentración entre las 11,00 y las 13,00 horas y el ciclo cicardiano (el ciclo natural de cambios físicos, mentales y de comportamiento que experimenta el cuerpo en 24 horas) muestra que en horas tempranas el alumno no rinde tanto”, explica el profesor de URJC e investigador de FUNCAS Ismael Sanz.
José Ignacio Conde-Ruiz, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y economista de FEDEA incide en que el propio aprendizaje requiere descansos y apunta a los beneficios que también suponen los recreos para la socialización del alumno: “es fundamental”.
Para estos analistas la jornada continua “aisla” al niño y no responde a los horarios nutricionales recomendados por lo que impacta en el bienestar de su salud.
Los docentes recuerdan que no hay estudios sobre rendimiento
“No se ha demostrado que tenga impacto en el rendimiento del alumno una jornada u otra y en algunos casos, por la tarde también es muy difícil conseguir concentración en los alumnos”, recalca el responsable de Educación de la Federación de Enseñanza de CCOO, Héctor Adsuar a EFE, tras su experiencia como orientador.
Adsuar deja claro que el profesorado “piensa siempre en lo mejor para sus alumnos” y pone el foco en la sobrecarga de trabajo que tienen los docentes y en el impacto que puede tener en su vida personal una distribución horaria de tarde.
“Porque no se puede confundir lo que es el horario de un centro (público), visto como una instalación abierta a su entorno social y el horario lectivo y de trabajo del profesorado, que es el mismo tanto si hay jornada continua o partida”, puntualiza.
“Hay centros que con jornada continua, el alumnado sale a la misma hora a la que saldría en un centro con jornada partida”, resalta al destacar ofertas extraescolares municipales para las familias.
¿Los colegios como espacio de recreo?
“El profesor no es un entretenedor. El sistema educativo tiene que formar y los centros no son espacios donde se aparca al niño”, critica el presidente de CSIF Educación, Mario Gutiérrez, sobre una “supuesta” mejor conciliación con la jornada partida.
Pide un debate “pausado y acordado” y coincide en que si hay actividades complementarias gratuitas y ayudas en comedores las familias trabajadoras podrían seguir conciliando.
CONCAPA Y CEAPA también apuntan a la necesidad de un informe que valore educativamente si una jornada es mejor que otra.
El tipo de jornada impacta en la renta de las familias
Así lo señalan los expertos consultados, que consideran que una jornada intensiva afecta más negativamente a los colectivos vulnerables económicamente y a la brecha de género.
Según un informe reciente de ESADE tanto los hombres como las mujeres cuyos hijos se encuentran en jornada matinal presentan unos ingresos menores respecto a aquellos progenitores con hijos en jornada completa. Y dos tercios de la pérdida de ingresos recae sobre las mujeres cuando la jornada escolar es continua.
Señala que la jornada escolar matinal se concentra en hogares de menor renta y en hogares de zonas rurales.
A mayor nivel de renta del hogar, mayor es la probabilidad de una jornada completa, añade este organismo.
Ismael Sanz va más allá al explicar que la fatiga cognitiva tiene más impacto en colectivos desfavorecidos, que -en su opinión- están menos habituados a entornos con mayor grado de habilidades cognitivas.
“Otro aspecto que influye en el aprendizaje de los alumnos es el nivel socioeconómico de los padres de los compañeros”, indica el investigador de la URJC que avisa de que si un centro cambia de jornada continua a partida “puede provocar que familias de mayor nivel socioeconómico se vayan”.
¿Cuál es el mapa actual? y ¿cómo están los países de nuestro entorno?
Actualmente cerca del 80 % de colegios e institutos de enseñanza pública tienen horarios intensivos y entre un 65 % y 70 % de concertados.
Sin datos oficiales, las comunidades que menos colegios con jornada intensiva presentaban son Cataluña, País Vasco y Navarra.
Murcia, Extremadura, Castilla La Mancha, La Rioja y Canarias presentan casi el 100 % de colegios de infantil y primaria con jornada de mañana mientras que en Madrid ronda el 70 % y la tendencia a generalizar este horario la siguen comunidades como Andalucía, Castilla y León, Galicia, Cantabria y Asturias.
Fuera de nuestras fronteras, Alemania, Austria, Reino Unido e Irlanda tienen jornada intensiva mientras que Francia lidera la jornada escolar partida.
Solución: ¿más recursos públicos?
La mayor parte de la comunidad educativa consultada tiene claro que más recursos públicos que financien comedores, actividades extraescolares y permitan prolongar la apertura de los centros puede ser la solución al problema de la conciliación.
Algunos expertos también abren la puerta a estudiar compensaciones a los docentes por cambiar la distribución de sus horas y las asociaciones de padres demandan un oferta pública atractiva para los alumnos.
“Todos estamos a favor de la igualdad de oportunidades y de la equidad en la escuela”, remarca Gortazar