Noviembre es sinónimo de tradiciones en el Norte de la Isla, entre las que se encuentran la apertura de las bodegas, el sabor de las castañas asadas que este año escasearon, y el arrastre de los cacharros y las tablas por San Andrés, la fiesta más esperada en Icod de los Vinos.
Tirarse sobre una tabla de madera de tea por las calles más empinadas de la Ciudad del Drago es algo más que una costumbre para cualquier icodense, es algo que se aprende desde pequeño y que con los años adquiere más fuerza porque se comparte con familia y amigos.
La tabla es un tesoro, muchas veces heredado de los mayores de la familia o fabricado por ellos y por ello se le dedican todos los cuidados. La persona nunca se tira sola porque vivir el día de San Andrés en Icod de los Vinos es sinónimo de compartir un buen vaso de vino o cerveza, pinchitos, y mucha adrenalina.
Eso fue lo que hicieron ayer Santiago Hernández Contreras, Carmelo ‘El Lincha’ y Omar ‘El Lincha’, estos últimos padre e hijo, quienes ayer también quisieron hacer llegar un mensaje de solidaridad con Valencia y se diseñaron unas camisetas especiales de color negro en las que se podía leer: ‘El pueblo salva al pueblo. Icod de los Vinos. San Andrés. Fuerza Valencia’.
“Desde Icod apoyamos a Valencia porque están pasando una desgracia, ‘Viva San Andrés”, gritó Santiago eufórico, después que tres de sus colegas se tiraran juntos de una enorme tabla e impactaran contra los neumáticos apilados al final de la calle Antonio González.
Allí se concentraba un centenar de personas que no quería perderse el espectáculo que los dos últimos días de noviembre atrae a miles de personas a la Ciudad del Drago.
Esta vía, popularmente conocida como El Plano, ayer volvió a ser la preferida de los jóvenes, por ser la más empinada y, por ende, la más peligrosa. Quizás por eso se aumentó el número de gomas, 10 toneladas de las 20 que se repartieron entre las distintas calles del municipio.
Las celebraciones en la Ciudad del Drago comenzaron el jueves con el acto oficial del descorche y continuaron ayer con el arrastre de tablas que seguirá hoy. Al caer un fin de semana y con una temperatura agradable, alejada del frío de años anteriores, se concentró más público que lo habitual hasta el punto que era casi imposible ver las piruetas que realizaban los más arriesgados sin que se entrecruzaran participantes y curiosos, empeñados en sacar fotos y grabar vídeos que inmortalizaran las caídas y los estampidos, pese a la insistencia de los efectivos de Protección Civil de permanecer a un costado para evitar incidentes. Ello también obligaba a quienes se tiraban a frenar antes de tiempo, dejando un intenso olor a madera quemada.
En la calle Franceses, padres, madres y abuelos, también fotografiaban a los más pequeños y los animaban a tirarse o lo hacían con ellos, mientras que en Hércules, también con una gran pendiente, hubo quienes hicieron caso omiso a las recomendaciones del Ayuntamiento, que se repiten cada año, como usar casco y guantes, no beber alcohol si se participa, y no obstaculizar el arrastre.
‘It’s really fast’, le confesaba un turista a un vecino que le ofreció tirarse con él y experimentar la sensación. ‘Gracias, muchas gracias’, le dijo extendiéndole la mano al tiempo que buscaba con la mirada a su pareja por los alrededores, donde decenas de visitantes no dejaban de asombrarse ante una de las tradiciones más impresionantes de Canarias.