La zona de Martiánez y en particular la playa, esperan por una mejora interminable, que se eterniza en el tiempo, y que no se sabe bien por qué motivos, continúa bloqueada en las administraciones competentes pese a que es clave para el destino turístico del Puerto de la Cruz y de la Isla.
En enero del año pasado, la Dirección General de Costas del Ministerio de Transición Ecológica sacó a información pública el proyecto de remodelación con un presupuesto de 10,8 millones, que se redactó por primera vez en agosto de 1993. En ese momento se demolió el espigón existente, se construyó el nuevo, y se aportó arena suficiente para la regeneración y ampliación de la playa.
Pero lo cierto es que durante estos 31 años playa ha sufrido una continua pérdida de arena para la que parece no haber solución, ya que en decenas de ocasiones se anunció el proyecto, con modificaciones incluidas, pero nunca se concretó.
Lo mismo ocurrió con partidas presupuestarias que iban y venían para adecuar una playa ubicada en una zona turística muy frecuentada por residentes y visitantes, que desde hace mucho tiempo no ofrece las facilidades necesarias para su uso y disfrute, sobre todo en el acceso a la zona de baño.
La solución para el entorno tampoco ha estado exenta de polémica y la principal ha sido la falta de acuerdo entre las distintas administraciones (Ayuntamiento, Cabildo de Tenerife, Gobierno de Canarias y Gobierno central) que ha paralizado el proyecto en diversas ocasiones.
La construcción de las casetas al final de la avenida Colón a mediados de los años 90 del siglo XX, convertidas en cafeterías y cerradas al público desde 2008 porque carecían de utilidad, acentuó el debate sobre las posibles alternativas para recuperar el auge de antaño.
Denominados mamotretos por muchos ciudadanos porque impedían ver el mar, su derribo supuso en un primer momento el puntapié inicial para la regeneración del enclave, pero nada más lejos de la realidad.
Cuatro años pasaron hasta que el Centro de Iniciativas Turísticas (CIT) diseñó un jardín con plantas endémicas como proyección de la vegetación de la Ladera de Martiánez para embellecer la explanada. La actuación tuvo carácter provisional pero contribuyó a cambiar la imagen del enclave donde comenzó el turismo en Canarias, que encantó a miles de visitantes alemanes, ingleses, suecos y vecinos de los municipios aledaños que se bañaban en los charcos. Unas zonas de baño de escasa profundidad, rodeadas por rocas que al subir la marea quedaban cubiertas. El charco de los Piojos, el de la Coronela o el de la Soga, eran algunos de los nombres con los que se conocían.
Los charcos de Martiánez estaban siempre llenos de gente y eran elegidos por las familias, dado que no suponían un peligro para los más pequeños y tampoco para las personas que no sabían nadar.
Crear un ‘Valleseco 2’ en la ciudad
Recuperar estos charcos es la propuesta de la Asociación hotelera y Extrahotelera de Santa Cruz de Tenerife (Ashotel) para revitalizar la playa de Martiánez, ofrecer una nueva opción para refrescarse en la costa, y al mismo tiempo, devolver el auge a la zona. “Crear una especie de Valleseco 2, como en Santa Cruz, obviamente contando con los correspondientes permisos de la Dirección General de Costas. Conociendo el mar del Norte es una propuesta viable”, asegura su vicepresidente, Enrique Talg.
“Lo ideal sería crear un espacio de baño de características similares a Radazul, en El Rosario, o Mesa del Mar, en Tacoronte, que sea viable para el baño y al mismo tiempo respete a los surfistas y los diques, y no exija mucho mantenimiento. Damos la idea, aunque concretarla siempre es lo más difícil”, reconoce Talg.
El representante de Ashotel confía en que las administraciones competentes “tomen cartas en el asunto” y busquen una solución para este espacio turístico, donde varios establecimientos hoteleros han cambiado de categoría y modernizado sus instalaciones, y han abierto sus puertas nuevos locales de restauración, pero ello que no termina de remontar debido a la falta de una solución para la playa y para el edificio Iders, ubicado a pocos metros.
En marzo del próximo año se cumplirán dos años desde que se tramitó la última declaración de impacto ambiental, un requisito indispensable para continuar con el proyecto que sigue sin estar lista. El último estudio que se realizó se caducó en 2019 y debido a ello el Cabildo eliminó la inversión que contemplaba para esta actuación. Un hecho que volvió a enfrentar a gobierno y oposición en las administraciones competentes.
Al ser consultado sobre el retraso en este proyecto, el concejal de Ciudad Sostenible y Agenda Urbana, David Hernández, explica que “estamos tramitando una consulta al Ministerio para conocer el estado en el que se encuentra el expediente y pedir una mayor agilización. Si la situación se alarga, tenemos claro que buscaremos más medios a nuestro alcance para agilizar este tema”.
El edil no se arriesga a dar fechas sobre su posible inicio pero deja claro “que la playa de Martiánez debe ser una aportación más para el turismo”, y también “debe ser la playa que quiera la ciudadanía portuense y el colectivo de surfistas”.