La palabra no solo comunica y transmite sino que también puede tener un poder transformador, liberador y terapéutico, como forma de canalizar las emociones y gestionarlas, de compartirlas y sentirse acompañados. Y más en situaciones personales tan difíciles y complicadas como puede ser el estar en prisión. En este sentido, el centro penitenciario de Tenerife (ubicado en el municipio de El Rosario) desarrolla desde el año 2014 un taller de narrativa con los internos e internas que nació con esa vocación del poder de la escritura, y el pasado martes celebró un encuentro con la psicóloga y escritora Laura Chica en el que, a través de sus libros, se abordaron herramientas tan importantes como el autoamor, la confianza en uno mismo, el conocimiento personal, la gestión de las emociones, el perdón o las segundas oportunidades, en el marco además de la conmemoración del 8M, Día Internacional de la Mujer.
Una cita enriquecedora y también emotiva en la que las alumnas y alumnos del taller compartieron con la escritora los pasajes de sus libros con los que más se habían sentido identificados y le plantearon diferentes dudas y cuestiones para mejorar las herramientas personales que les permitan seguir avanzando y creciendo.
Esta iniciativa partió de la propia directora del centro penitenciario, María Victoria Bernaola, amiga de Laura Chica. Ambas llevaban tiempo tratando de celebrar un encuentro de este tipo y finalmente se pudo organizar en estos días aprovechando la visita de la autora a la Isla para su participación en Tecnológica Santa Cruz. “Sus mensajes son muy esperanzadores y positivos, y pueden venir muy bien a las personas que están privadas de libertad o que tienen que salir a la calle” después y enfrentarse a una situación de adaptación, “y necesitan consejos de personas que trabajen con las emociones y les enseñen a tener herramientas para poder hacerlo ellos también. El poder manejar esas emociones y pensamientos”, relataba la directora.
El perdón
La cita tuvo lugar el pasado martes en el salón de actos del centro penitenciario, donde se reunieron en torno a unos 40 alumnos y alumnas del taller, y arrancó con la lectura por parte de Laura de un pasaje aleatorio de su libro 365 citas contigo. “Ella lo hace algunas veces, abre el libro y, por donde salga, lee esa página e intenta interiorizar qué es lo que nos está diciendo. Y siempre acierta. En ese momento es lo que necesitamos oír y lo que nos puede ayudar”, explicaba la directora durante la presentación del acto. Y así fue.
“Hoy es el día perfecto para pedirte perdón por las veces que te has fallado a ti mismo. Elige aceptarte como eres, abraza tu imperfección, perdónate y déjalo ir [….]. Cuando eres capaz de perdonarte, te sanas. Hay algo en ti que se queda en orden, se transforma y cambia todo, tu forma de relacionarte contigo y con los demás, tu forma de mirarte, de juzgarte y de entenderte. Perdonarte a ti mismo es una forma de sanar y sentirte libre”, recogía el pasaje leído por Laura Chica.
Precisamente el perdón y las segundas oportunidades fueron uno de los ejes principales sobre los que giraron varias de las consultas de las alumnas. Una de ellas, por ejemplo, hablaba sobre que sentía que su pasado le definía, que no merecía segundas oportunidades, que una parte de ella creía que no era digna de ello y planteaba a Laura cómo podía cambiar la forma en la que se veía y creer en su propio valor.
“Todos merecemos una nueva oportunidad. Y cuando aprendes a amarte a ti misma, de verdad, en ese amor incondicional a ti, también está el ‘merezco todo lo bueno que la vida tiene para mí’. Y ahí también entran nuevas oportunidades, una nueva oportunidad hacia mí misma empezando por mí, creyendo yo que puedo hacerlo diferente. ¿Puedo ser yo esa persona que rompa ese patrón y empezar a hacerlo diferente? Y la respuesta es sí. ¿Cuándo? Hasta el último día de nuestra vida. Ese es el regalo que la vida tiene para nosotros, la oportunidad de poder hacerlo diferente hasta el último día de nuestra vida”, le respondía Laura Chica.
Y es que el autoamor, la confianza en uno mismo y el conocimiento personal fueron otros de los pilares fundamentales en las respuestas a muchas de las preguntas. En este sentido, otra de las alumnas del taller habló sobre la afirmación de creer en uno mismo para conseguir logros y preguntó a la escritora cómo podía empezar a cambiar sus propias creencias para mejorar su vida, quien señaló que “el primer paso para de verdad creer en ti es conocerte. No puedes creer en algo que no conoces”. “Date la oportunidad de mirarte por dentro y descubrir cada día un poquito más de ti, y solo ahí vas a empezar de verdad a creer en ti, y cuando te pongan una adversidad en la vida, vas a reconocer todos los recursos que tienes dentro de ti para poder afrontarlo”, explicó.
En esta misma línea, otra de la alumnas preguntó que si nunca se había preguntando quién era, cuál era el primer paso para empezar a saberlo. “Preguntarte quién eres tú todos los días para descubrirte y también elegir quién quieres ser. Siempre tenemos la oportunidad de empezar de nuevo, de hacerlo diferente, y la primera persona que de verdad tiene que creer en ti eres tú”, respondía Laura.
También se abordó el autoamor como herramienta para manejar las críticas externas y poner límites, como planteaba otra alumna, que preguntaba cómo se podía hacer en un lugar como una prisión. La escritora habló del reto del autoamor para mantenerse uno en su centro “al margen del entorno”. “Y eso sí que es un reto, que es que me digan lo que me digan de fuera, yo sé quién soy y estoy conectada conmigo y desde ahí encuentro mi paz”, apuntó.
El miedo al salir
Otra de las cuestiones abordadas por una alumna fue cómo gestionar el miedo a salir en libertad y no saber adaptarse de nuevo a la sociedad. A este respecto, la directora del centro penitenciario respondía que tenían que confiar en ellos mismos y trabajar sus capacidades. “Aquí en prisión lo que intentamos es eso, que aprendan a ver cuáles son sus carencias para que no vuelvan a repetirse, para trabajarlas, y también para que conozcan cuáles son sus potencialidades. Y confiar en uno mismo y no en lo que los demás van a pensar de nosotros. De hecho, yo incluso hasta les he aconsejado, respecto a ese miedo de que los demás puedan saber que he estado en prisión, que antes de que te lo pregunten, decirlo uno, porque es una manera también de superar una historia de mi vida”, explicó.
También se habló del equilibrio en las relaciones, de cómo mejorar el diálogo interno y la resiliencia, o de cómo estando privados de libertad poder cambiar los pensamientos y hallar la paz, planteó un alumno a este respecto. “Hay que hilar varios elementos, por un lado la aceptación del momento presente tal y como es y vivirlo lo mejor que pueda. Cómo poder crear de cada momento, de cada actividad, aquí y ahora, el mejor momento de tu día para no tener esta lucha interna que te genera tanta resistencia y, por tanto, tanto sufrimiento”, señaló Laura.
En esta línea, otra de las alumnas compartió cómo “a veces el simple hecho de doblar una sábana con cuidado, de limpiar un espacio con esmero o escribir algo con detalle me da una sensación de propósito. No porque la tarea en sí sea trascendental, sino porque el cómo me permite encontrar la paz en un entorno que muchas veces es hostil y limitante. En este lugar, cuidar el cómo se hacen las cosas es para mí una forma de resistir, de mantenerme entera”.
El encuentro concluyó con la lectura por parte de las alumnas de un pasaje de uno de los libros de Laura Chica escogido para la ocasión: “Me comprometo a cuidar la relación conmigo, a cuidar lo que siento, lo que pienso y lo que digo. A esperar por mí lo mejor de la vida. Desde el amor, la gratitud, el autoamor y el merecimiento. Me comprometo a escuchar lo que quiero y lo que necesito, a abrirme a lo que la vida me traiga y a transformarme con cada experiencia que me lleve a la autenticidad. Me comprometo a ser y a mostrarme como soy a cualquier precio […]. A no poner límites en lo que puedo crear, a no cerrarme a lo que me tenga que llegar, sabiendo siempre que la vida tiene planes perfectos si aprendemos a confiar”.
Laura Chica compartió otro: “Una vez me senté con el tiempo. Le conté todo lo que esperaba de él y que nunca me dio. Y lo que me trajo que nunca le pedí […]. El tiempo me miraba atento y solo me dijo estas palabras: Sigues aquí, aún estás a tiempo”.