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Reaparecen las termitas subterráneas en Tenerife con dos nuevos focos

El Ayuntamiento de Tacoronte detecta un brote de la plaga en la zona de Guayonge y está aún pendiente de confirmarse otro en Valle de Guerra, en el municipio de La Laguna
Reaparecen las termitas subterráneas con dos nuevos focos en Tenerife
Reaparecen las termitas subterráneas con dos nuevos focos en Tenerife. Sergio Méndez

Ocho años después de que se reconociera por primera vez y de forma oficial los daños que puede ocasionar la termita subterránea Reticulitermes flavipes (en junio de 2017), y se pusiera en marcha un protocolo de actuación para erradicarla, han vuelto a aparecer dos nuevos focos en Tenerife, justamente en los municipios de La Laguna y Tacoronte.

Según pudo saber este periódico ayer, en el primer caso se ha detectado en los márgenes de los anteriores, en la zona del camino Tagoro, en Valle de Guerra, aunque desde el ayuntamiento no pueden confirmarlo, mientras que en el segundo, Arsenio Gómez, técnico del área de Agricultura y Medio Ambiente del Consistorio tacorontero, sí asegura que ha aparecido un foco en varias viviendas en las inmediaciones del colegio de Guayonge.

Tacoronte, sobre todo en la zona de costa, ha sido el municipio más afectado y donde más se extendió la plaga, seguido de algunos puntos de La Laguna.

“Estamos en un momento en el que habría que intentar no levantar alarma, pero sí volver a llamar la atención, tanto de la ciudadanía como de las administraciones, sobre el problema de la termita”, avisa Gómez. Admite que, hasta el momento, los vecinos “han hecho un buen trabajo, pero están surgiendo nuevos focos por la falta de vigilancia sobre los síntomas a los que hay que estar atentos, como los canales de barro que pueden aparecer en las viviendas o en los exteriores”, pues se ha probado que estos insectos no solo se alimentan de madera, sino también de frutas y verduras.

Ponerle freno a esta plaga también incluye otras acciones por parte de la población, como llamar a los teléfonos habilitados por cada ayuntamiento cuando se sospeche de un posible foco o cuando se esté por tirar restos de poda, muebles o maderas. Es importante no dejarlos en la vía pública y que se recojan a través de un servicio puesto en marcha específicamente para ello porque puede contribuir a una mayor propagación de la plaga.

Del mismo modo, resulta importante que las instituciones sigan cumpliendo con su parte, subraya el técnico. En concreto, se refiere a los presupuestos destinados a darle continuidad a los tratamientos, “que no pueden estar pendientes de modificaciones presupuestarias”.

En noviembre del año pasado, la consejería de Transición Ecológica del Gobierno de Canarias aprobó un millón de euros para el control y erradicación de esta especie exótica invasora, pero todavía no hay una confirmación oficial sobre la inclusión de esta partida en los presupuestos de 2025.

Disponer de esta inversión se torna fundamental para no interrumpir el trabajo realizado años anteriores, que ha permitido definir y coordinar políticas, planes, programas y actuaciones destinadas al control y erradicación de una plaga que puede causar graves daños económicos y medioambientales.

Fue en 2019 cuando el Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias pusieron en marcha el mayor tratamiento emprendido hasta ahora en el mundo contra la Reticulitermes flavipes, que está siendo gestionado por la empresa pública Tragsatec.

El procedimiento consiste en la colocación de estacas de madera localizadas con GPS para detectar la presencia de estos insectos y, en las zonas en las que se haya confirmado, se instalan cebos de unos 150 gramos de peso con celulosa, un alimento que atrae a las termitas. También sustancias biocidas autorizadas, en concreto, hexaflumurón, que permite su erradicación. Esta prospección ha permitido instalar casi 30.000 puntos de control entre detectores y estaciones con biocida.

El trabajo no termina allí. Mesas de expertos, comisiones técnicas, un congreso internacional, una investigación por parte del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC), y un proyecto piloto con perros han formado parte de la estrategia para controlar y erradicar la Reticulitermes flavipes, que todavía continúa, dado que deben transcurrir al menos cinco años para confirmar que están completamente exterminadas.

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