santa Úrsula

Aroa Rodríguez, cuidadora social: “Nosotras también tenemos miedo, pero es nuestro trabajo”

Forma parte del equipo de Servicio de Ayuda a Domicilio, cuya labor es imprescindible en estos momentos
Servicio de Ayuda a Domicilio de Santa Úrsula. DA
Servicio de Ayuda a Domicilio de Santa Úrsula. DA
Servicio de Ayuda a Domicilio de Santa Úrsula. DA

Aroa Rodríguez Delgado es de esas personas que ha nacido con la clara vocación de ayudar a los demás. Prueba de ello es que lleva 20 años trabajando en el Servicio de Ayuda a Domicilio de Santa Úrsula.

Con 21 años terminó sus estudios de Auxiliar de Enfermería e inmediatamente puso la solicitud en el Ayuntamiento y allí sigue, junto a un “gran equipo” conformado por otras 14 compañeras, que realizan una labor encomiable e imprescindible en estos momentos para poder cubrir las necesidades básicas de las personas más vulnerables, tanto mayores como aquellas con movilidad reducida que no pueden valerse por sí mismas.

Sus tareas son diversas y van desde hacer las compras, acompañarlas en los traslados, contactar con los médicos, asearlas, prepararle y darles la comida hasta hacerlas reír y jugar, y ofrecer apoyo emocional a las familias y a los cuidadores.

Tras el Estado de Alarma decretado el 13 de marzo, la demanda del servicio también se ha incrementado. Hay mayores que pueden salir pero lo evitan porque es un riesgo ante la amenaza del Covid-19 y necesitan que le hagan las compras.

Por su seguridad y la de los usuarios, se han organizado para acudir a los domicilios dos veces por semana, salvo necesidades extremas, pero hablan por teléfono todos los días. Y aunque en general suelen tener usuarios fijos, porque se crea un vínculo tanto con ellos como con las familias, la actual crisis sanitaria ha provocado una situación excepcional y por eso van “adonde hagan falta” y están “conectadas al teléfono las 24 horas, sin horario”, subraya.

El tiempo que están en los hogares depende de la necesidad de cada usuario. Para ello, Bea, la coordinadora del servicio, hace una valoración de las mismas, estipula cada una de las actuaciones y se las comunica a las trabajadoras. No obstante, la planificación se modifica en función de la evolución de cada vecino y además, una vez en los domicilios, tanto ella como sus compañeras se percatan de otras necesidades que puedan tener y requieren ser cubiertas.

Aroa es consciente del riesgo que conlleva su trabajo en la coyuntura actual y tiene todo el apoyo de su familia para seguir adelante. El equipo entero sigue al pie del cañón y hasta el momento, ninguna de sus integrantes ha caído.

Tampoco los usuarios a los que atienden y miman cada día y a los que intentan hacerles pasar mejor el confinamiento ya que muchas veces son el único vínculo que tienen con el exterior. Además realizar las tareas encomendadas, Aroa y sus compañeras cantan, bailan, dicen refranes, rezan, y cuentan historias. “Tratamos que el rato que pasan con nosotros sea lo mejor posible, sin preocupaciones ni dolores, ya que su situación de por sí es difícil, lo es más aún en estos momentos”, declara.

Sin embargo, no oculta su inquietud ante una realidad de la que no es ajena. “Claro que el día que salgo tengo temor de contagiarme y de contagiar a alguien. Pero tengo claro a lo que me dedico y lo que debo hacer en estos momentos”, apostilla.

Un sentimiento que según ella, comparten sus compañeras porque todas tienen hijos, padres, madres, abuelos, tíos o un familiar al que cuidar. “Por supuesto que vivimos con cierto miedo, que es el mismo que tiene toda la sociedad, pero sabemos que es el trabajo que hemos elegido y que es más necesario que nunca, porque no podemos dejar abandonados a quienes más lo necesitan”, recalca.

Por esta razón, lo único que pide es que “se cubran las espaldas” de todas las personas que están trabajando, desde el personal sanitario, de limpieza y seguridad, hasta los empleados de los supermercados, porque al igual que ellas están en contacto permanente con muchas personas y tienen más riesgo de contagio ante la gran amenaza del coronavirus a la que hasta ahora, le han hecho frente con éxito.

“Muchos usuarios nos ven raras y nos preguntan por qué vestimos así”

“El equipo del Servicio de Ayuda a Domicilio de Santa Úrsula está compuesto por 15 trabajadoras que atienden a 68 personas. A ellas se ha sumado en las tres últimas semanas el personal del Centro de Alzheimer que fue cerrado unos días antes de decretarse el Estado de Alarma. Aroa asegura que muchos usuarios no son conscientes de la situación, “las ven raras” y les preguntan “por qué van vestidas así”, en referencia a los equipos de protección que utilizan. “Le quitas importancia y bromeas con ellos diciéndoles que así estás más guapa y esas cosas”, apunta. La protección para trabajar es muy importante y en ese sentido, “estamos cubiertas”. Recientemente, el Ayuntamiento les dio viseras fabricadas por los profesores del IES de Santa Úrsula Nicolás Dionis yMáximo Morales, el administrativo del centro Francisco Hernández y el alumno Joseph Yanes Martín de segundo año de Bachiller

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