santa cruz

“Ana y Pedro tienen ahora dos años por delante, junto a su hijo, para empezar a encarrilar su vida”

Víctor, bombero de profesión, el nuevo casero de la joven pareja chicharrera abocada a vivir en la calle, habla con DIARIO DE AVISOS sobre cómo surgió la posibilidad de que esta familia resida, desde ayer, en la casa que lleva meses reformando en la Cruz Santa
La casa que será el hogar de Ana y Pedro se ubica en una finca rural de la Cruz Santa. / DA

Se llama Víctor. Es bombero, concretamente en la unidad que opera en los aeropuertos tinerfeños. Hace unos años apostó por transformar una vieja finca agrícola en una casa rural. Un préstamo, reformas, y los primeros clientes, todos extranjeros. Las cosas iban lo suficientemente bien para poner en uso una segunda residencia dentro de la finca, y en esas estaba cuando llegó la COVID y lo paró todo. El turismo canario seguía llegando y durante unos meses lo intentó, pero, al final, optó por alquilar como vivienda habitual la casa principal. En la otra seguía trabajando, pero sin un objetivo definido. Fue entonces, hace apenas unos días, cuando leyó en DIARIO DE AVISOS la desesperada situación en la que se encontraban Ana y Pedro, una joven pareja, 19 años ella y 21 él, con un niño de un año y dos meses, viviendo en una habitación los tres juntos, y con el plazo de un mes para abandonarla y buscar otro sitio. Ella cobrando una PCI desde diciembre, y él vendiendo dulces, habían sobrevivido hasta a hora. Víctor llamó a la presidenta de la ONG de García Escámez, África Fuentes, y le contó que él tenía una casa para la joven pareja si ellos aceptaban.
Y ahí empezó la aventura de estas tres personas, desconocidas hasta este viernes, cuando la familia se desplazó hasta la Cruz Santa, en Los Realejos, donde finalmente está la casa, y no en El Sauzal, como erróneamente pensaron Ana y Pedro al principio. Allí empezarán de nuevo.

Y es que esa es una de las condiciones que este bombero les ha puesto a la joven pareja. “En dos años retomaré el contrato que tengo con la agencia con la que alquilaba la casa, ese es el tiempo que les he dicho que tienen para redirigir su vida, para encaminarla. Yo les voy a ayudar”.

Son 250 euros los que Ana y Pedro pagarán por el alquiler en una finca que, a precio de mercado, sin duda, sería mucho más elevado. “No voy a hacerme rico con esto, ni lo pretendo. Ellos necesitaban una casa y yo que la que la que tengo estuviera habitada, porque es la mejor forma de que se conserve”, explica Víctor a DIARIO DE AVISOS. “Les he dicho que se tienen que sacar el carnet de conducir los dos, porque lo van a necesitar para moverse”, apunta. “Ya más adelante les ayudaré a buscar algún coche de segunda mano que puedan permitirse”, añade.

Víctor también les ha pedido que den los pasos necesarios para terminar su formación. “Ella tiene un curso de peluquería que tiene que terminar y él, que es peón albañil, tiene que hacer otro para obtener el certificado de profesionalidad y así tener más opciones de trabajo”.
Ana y Pedro iniciaron ayer la mudanza. Las palabras de agradecimiento no les llegan tanto para el propio Víctor como para la ONG de García Escámez que dio a conocer su desesperada situación, y que, en cierta forma, responde por ellos. Víctor no cree que haya hecho nada extraordinario, más allá de confiar en que esta joven pareja tiene un futuro, uno en el que él se ha convertido en una parte fundamental.

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