“El futuro de Tenerife pasa por mejorar las instalaciones hoteleras actuales y superar el gran déficit de infraestructuras que sufre la Isla”, aseguró a este periódico José Fernando Cabrera, empresario hotelero y presidente del Foro de Amigos del Sur de Tenerife (FAST).
A su juicio, la Isla cuenta con una “moratoria natural”, ya que apenas dispone de “20 o 30 parcelas de suelo turístico”, por lo que considera que la oferta prácticamente no crecerá en los próximos años, “salvo algún complejo de lujo puntual”, lo que obliga, explica, a elevar la categoría de una parte de los establecimientos actuales para mejorar la planta y ensanchar el mercado laboral. “Un hotel que pasa de 3 a 4 estrellas puede permitirse emplear entre un 10 y un 30% más de personal y remunerarlo mejor, por lo que ese salto de calidad es clave para combatir el 20% de paro estructural de la Isla”, asegura.
Además, lamenta que las infraestructuras públicas, “base del desarrollo económico y social”, acumulen un considerable retraso, y critica el papel de quienes, sin entrar en debates, dicen no a los proyectos de envergadura: “Ante el anuncio de cualquier obra, salen opositores al día siguiente sin tiempo material ni base científica para estudiar sus inconvenientes mientras la mayoría social permanece silenciosa”.
El expresidente de Ashotel afirma que Tenerife ha duplicado el número de turistas en los últimos tres decenios y cree que el tope ronda los 6 millones de visitantes al año, por la cantidad de plazas disponibles y la capacidad de carga del territorio, circunstancia que se refleja en la congestión de tráfico en las autopistas y en los problemas para el tratamiento de aguas residuales, apunta. No obstante, aclara que la mayor presión sobre el territorio no la genera el turismo, ya que representa menos de un 13% del total de la población -alrededor de 118.0000 turistas pernoctan diariamente en Tenerife-, “cuando produce un 35% de los ingresos directos”. También destaca que el número de habitantes del Archipiélago ha crecido un 30% (600.000 personas) en los últimos 20 años, lo que lleva al presidente del FAST a defender “un estudio serio” sobre la capacidad de la Isla, en el que “la Universidad debería poner orden”.
Sobre la posibilidad de que otros sectores puedan ganar más peso en la economía insular, José Fernando Cabrera se muestra escéptico: “Canarias no tiene materias primas, exceptuando el sol y el viento, y los pocos centros con capacidad de investigación que existen no han transferido tecnología para montar industrias a su alrededor”, sostiene.
En cambio, considera “un nicho muy interesante” el sector audiovisual, pero cree que la inspección de Hacienda supone “un gran freno” a su despegue. Reitera su apoyo a las energías renovables, aunque puntualiza que “son instalaciones muy automatizadas que apenas crean empleo”, y en materia de agricultura recalca que los minifundios impiden la mecanización, sin olvidar problemas el escarpado terreno o el alto coste del agua.
Con este panorama, el presidente del FAST estima que el futuro pasa por la mejora de la oferta turística, “ante la imposibilidad de construir más fábricas (en alusión a nuevos hoteles): “Es la única manera de empezar a resolver el gravísimo paro estructural y las 30.000 personas que llegan desde diferentes países europeos a las Islas cada año”.
Cabrera insiste en que Tenerife es un destino de nivel medio-alto, y pide al Gobierno de Canarias que eleve el listón a la hora de catalogar los hoteles de cinco estrellas y de gran lujo. Por último, advierte del efecto de la conversión de complejos turísticos en viviendas vacacionales o residenciales. “En ese caso la fábrica se reduce a un pequeño taller, en términos de empleo”, sostiene.