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Juan, el carpintero de Tejina que el Ala Octa dejó ciego

A pesar de la sentencia que le reconoce una indemnización a este experimentado ebanista, la aseguradora Allianz obliga ahora a recurrir a los tribunales alemanes tras la quiebra de la farmacéutica
Juan: el carpintero de Tejina que se quedó ciego tras operarse en el HUC
Pese a la aparente normalidad, Juan se señala el ojo del que se quedó ciego tras ser operado con el Ala Octa. En el otro ha sufrido cataratas. Sergio Méndez

“Cuando tras la operación me quitaron el vendaje que me tapaba el ojo, no veía nada y, poco después, la verdad es que solo distinguía unos bultos oscuros. Desde entonces, y mire que han pasado años, no he mejorado. La verdad es que por este ojo no distingo nada”. A pesar de que Juan Gutiérrez Rodríguez es un hombre al que apenas unos minutos de trato permiten comprobar que la jovialidad sigue presidiendo su manera de ser, lo cierto es que una intervención quirúrgica oftalmológica llevada a cabo en el Hospital Universitario de Canarias (HUC) en septiembre de 2014 le cambió la vida. No en balde, este afamado carpintero de Tejina, donde nació y sigue residiendo, nunca ha podido volver a mostrar el arte que logró a la hora de desempeñar su oficio. De su buena mano sigue dando cuenta el trabajo que llevó a cabo en la sede del Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife, por citar un ejemplo.

Aunque a Juan lo inscribieron en el Registro Civil como Alfonso Teodoro, en toda Tejina se le conoce por ese nombre, y por mucho que no haya perdido la ilusión de vivir, razones no le han faltado para el desánimo. “Antes de esto, ya tuve problemas en el ojo derecho por cataratas, y la verdad es que me operaron en Quirón y todo fue bien, pero poco después me desperté un día y apenas veía por ese ojo”, explica en su vivienda del Camino del Huroncillo a DIARIO DE AVISOS.

“Solo podía ver la parte superior de todo. O sea, miraba a mi señora y solo podía ver de media cara para arriba, y del resto, nada. Recuerdo que, de entrada, ni siquiera me pusieron la operación como urgente, pero yo le pregunté al doctor que me atendió si él esperaría ocho meses como me dijo para operarme en mi situación, y todo se arregló para entrar en quirófano a la semana siguiente. Lo más curioso es que, si no me hubieran operado tan pronto, no habría tenido la mala suerte de que me tocase la partida defectuosa del Ala Octa que llegó a Tenerife”.

Pero a Juan se le intervino el 18 de septiembre de 2014 en el HUC y, por mor de la dichosa partida defectuosa de un fármaco llamado Ala Octa fabricado por la alemana Alamedics, sencillamente lo dejaron ciego del ojo derecho, con lo que ello conllevó para una persona que se ganaba la vida como carpintero. “Llegué a tener ofertas de trabajo después de la operación, pero así no puedo hacer lo de antes”, confiesa Juan, a quien se le ha reconocido una minusvalía del 51% de discapacidad.

Aunque el afectado se muestra comprensivo con el HUC al entender que “en el juicio se ha considerado que hicieron bien su trabajo y que la culpa fue de la partida defectuosa del Ala Octa”, lo que no es de recibo es que, pese a serle reconocida una indemnización de 20.000 euros, siga sin haberla percibido cuando ya han transcurrido prácticamente ocho años desde que una negligencia sanitaria le condicionara su vida para siempre. No en balde, Juan también tiene problemas en su visión por el ojo que le queda sano, el izquierdo, a tal punto que ha tenido que ser igualmente intervenido quirúrgicamente del mismo al reproducirse los problemas por cataratas.

Como quiera que la naturaleza concedió a Juan una imagen apuesta, pese a que la edad no deja de reflejar su rigor, reconoce que “por el ojo derecho sigo igual: no veo más que bultos oscuros y no distingo nada, y así no puedo trabajar”.

Indemnización

La compensación a sus problemas está en manos de la aseguradora Allianz, la misma que, pese a contar con un importante volumen de negocio en España, se niega ahora a responder por la sentencia que le condena a compensar a Juan -y a cerca de medio centenar de tinerfeños en su misma situación- y obliga a tener que recurrir, como se ha dicho, ante los tribunales alemanes, sin, al parecer, tomar en consideración el evidente desprestigio que a su propia marca provoca este caso por lo que respecta a España, en general, y a Canarias, en particular, mientras no facilite reconocer lo que le corresponde abonar en justicia.

Resta añadir que las indemnizaciones a las que tiene que hacer frente Allianz según los tribunales españoles abarcan desde cantidades que superan los 200.000 euros a otras de unos 12.000.

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