En el año 1588, el ingeniero cremonés Leonardo Torriani dibujó el que se conoce como primer plano de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna. Junto a la característica cuadrícula urbana, esa que sirvió de modelo para la fundación de nuevas ciudades en América y que tiene la consideración de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se sitúa la gran laguna que daría nombre a la nueva población.
El Ayuntamiento de La Laguna, en colaboración con la empresa mixta Teidagua, el Consejo Insular de Aguas de Tenerife, la Consejería de Transición Ecológica del Gobierno de Canarias y Gestur, ha iniciado un proceso para recuperar aquel antiguo humedal. Además de funcionar como infraestructura hidrológica para el control de inundaciones, espacio para la biodiversidad y zona de esparcimiento, el parque “volverá a reconectar a La Laguna con su historia”, tal y como señaló el alcalde Luis Yeray Gutiérrez en el acto de presentación de este espacio, que estará ubicado en una parcela de 30.000 metros cuadrados de la vega lagunera, precisamente en el mismo emplazamiento donde se localizaba la antigua laguna.
“Este un proyecto que nos conecta con nuestra historia, con nuestra razón de ser. Recuperamos parte del antiguo humedal que dio nombre a nuestra ciudad y configuró nuestra idiosincrasia. Esa laguna que cartografió Torriani y que en cierto modo, los laguneros y las laguneras siempre hemos añorado, porque forma parte de nuestra identidad y de nuestro patrimonio”, aseguró Luis Yeray Gutiérrez.
En la publicación Breve e incompleta historia del antiguo lago de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, editada en 2002 por el área municipal de Patrimonio Histórico, Constantino Criado Hernández, profesor titular de Geografía Física en la Universidad de La Laguna, realiza una pormenorizada investigación sobre el humedal y su evolución a lo largo de los siglos.
“Cuando los castellanos arriban al llano de la laguna, encuentran un lago, mantenido hasta la primavera, con una importante avifauna posiblemente invernante, rodeado de un espeso bosque, en el que descollaban los laureles y viñátigos, junto a elementos de laurisilva”, relata en este trabajo.
Precisamente el profesor Criado Hernández fue uno de los impulsores, junto a la Asociación de Vecinos del Casco Histórico, del documento Propuesta de Parque Temático en el espacio ocupado por la antigua laguna. Jardín de La Laguna, en el que ya se planteaba la idea de recuperar la antigua laguna, aunque sin introducir la función hidráulica que contempla el proyecto actual. En dicho documento se planteaba la creación de un jardín botánico con las especies vegetales que ocuparon el área de la laguna antes de la transformación humana, un observatorio de aves y un centro de interpretación con información relativa a la antigua laguna. Buena parte de esas ideas han sido incorporadas al proyecto elaborado por la empresa mixta Teidagua, lo que le añade un indudable valor medioambiental.
De acuerdo con la investigación del profesor Criado, en la época de la conquista el humedal de la laguna debía acoger aves propias de estos ecosistemas, como las garzas y los patos, mientras que los bosques de laurisilva abundarían en palomas turqué y las tórtolas. “La riqueza faunística de la laguna es un rasgo que perdurará al menos hasta el siglo XVIII y creemos que puede deducirse la presencia de un importante número de especies de aves”, señala. Uno de los objetivos del parque inundable es recuperar buena parte de esa biodiversidad.
“En el siglo XVI la deforestación de los alrededores de la vega es un hecho indisociable al de la fundación de la ciudad. El pastoreo, la necesidad de disponer de recursos energéticos y de materiales de construcción, así como la puesta en cultivo de amplias superficies de terreno en la zona de San Lázaro favorecen la aceleración de la erosión de los suelos”. Durante toda esta centuria el paisaje natural va cediendo su lugar a los terrenos agrarios, “con un retroceso del bosque, delimitación de dehesas, roturación de tierras de labor y el sostenimiento de la laguna como reservorio natural de agua para el ganado de labor”, sostiene el profesor Criado.
Durante el siglo XVII continúa el proceso de aterramiento del fondo de la primitiva laguna. Fray Andrés Abreu cita al lago como “pantano”. Existe la creencia popular de que los frailes instalados en el convento de San Diego del Monte atravesaban la laguna en barca para llegar a la ciudad, según el relato de Olivia Stone, pero el profesor Criado considera que se trata de una leyenda que carece de fundamento lógico.
Los documentos históricos confirman la existencia de la laguna hasta bien entrado el siglo XVIII. Hacia 1770 el lago parece haber desaparecido, quedando reducido a pequeños marjales discontinuos que se formaban durante los meses de invierno. “Un buen número de laguneros ha creído siempre que la laguna desapareció a causa de una desecación artificial llevada a cabo en 1837”, relata en su estudio Constantino Criado, quien defiende más bien la idea de que lo que se intentó en ese momento no era la desaparición del lago, “sino mejorar el drenaje e impedir que se repitan inundaciones como la descrita por Berthelot tras el huracán de 1826”.
“Una vez realizado este levantamiento, se procederá a excavar una zanja, que enlaza el canal de salida original con el Camino Largo, las huertas del Silverio Alonso, las huertas situadas entre el Camino de San Diego y Lucas Vega, muriendo cerca de la plazoleta de Manuel Verdugo. Con estas últimas obras, el lago pasa definitivamente a formar parte del folklore de la ciudad. Sin embargo, ocasionalmente, las fuertes lluvias, provocando inundaciones como las de abril de 1977, han venido a recordarnos dónde estuvo ubicado nuestro histórico lago”, concluye su investigación el profesor Criado. Precisamente en ese lugar La Laguna quiere reencontrarse con su historia con la creación de un parque inundable.
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