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El Teatro Atlante de La Orotava, más vivo que nunca

En este 2023 se cumplen 20 años del primer derribo del histórico cine-teatro, una efeméride que coincide con la presentación del proyecto para transformar el solar en un espacio sociocultural, como demandaba la ciudadanía
El Teatro Atlante de La Orotava, más vivo que nunca

El 9 de junio se cumplieron 20 años del primer intento de derribo del Teatro Atlante. Una demolición aprobada por el Gobierno municipal para construir en ese solar, ubicado en pleno casco histórico, un macroedificio de locales comerciales y aparcamientos.


La demolición se llevó a cabo sin dar cuenta a la Unidad del Patrimonio del Cabildo de Tenerife y se realizó por fases, ya que fue dos años después, en marzo de 2005, paralizaciones de por medio en los juzgados, cuando los vecinos se plantaron delante de las palas de la ya desaparecida empresa Pejomar, para impedir sin éxito la desaparición definitiva del inmueble.


La efeméride ha pasado desapercibida ante la vorágine de los resultados electorales y la conformación de la nueva Corporación pese a que unos meses antes fue presentado el proyecto para transformar la parcela, adquirida por el Ayuntamiento varios años después, en un espacio sociocultural que albergará el Archivo Municipal, una sala de conferencias, otra de exposiciones y una de estudio, junto a otros espacios auxiliares complementarios.
Lo cierto es que ese 9 de junio marcó un antes y un después en la historia del patrimonio de la Villa y dio inicio al Movimiento Atlante- constituido oficialmente el 6 de julio de 2005- conformado por un grupo de ciudadanos que se unieron de forma espontánea con un mismo objetivo: resaltar el valor patrimonial y cultural del inmueble e impedir que allí se materializara un proyecto con el que gran parte de los villeros y villeras estaba en contra.


La demolición del antiguo teatro fue un cúmulo de despropósitos que algunos tildaron como “un acto de terrorismo contra el patrimonio”. En primer lugar, porque no se iniciaron por parte del grupo de gobierno (CC) de ese momento los trámites oportunos que salvaguardaran y protegieran la integridad del edificio pese a haberlo solicitado ante el Pleno un año antes la formación política Iniciativa por La Orotava (Ipo). En segundo, porque la licencia a la promotora Pejomar se concedió dos días después de las elecciones municipales del 25 de mayo, con un gobierno en funciones, por citar dos de las incongruencias más relevantes.
El entonces alcalde Isaac Valencia restó importancia al interés artístico del inmueble y por el contrario, aseguró que era “estéticamente un adefesio” y una “infraestructura obsoleta”.


Proyectado en 1932 por el prestigioso arquitecto José Blasco, el antiguo cine-teatro fue un símbolo de la modernidad en el municipio y una referencia en el Valle. Por su escenario desfilaron artistas nacionales e internacionales, se organizaron grandes espectáculos culturales, sociales y deportivos. Además, contaba con un mecanismo que permitía la estabilización o inclinación del suelo de madera, de manera que se adaptaba a cada tipo de espectáculo.


La denuncia de los vecinos por un delito de ordenación contra el patrimonio que también afectaba a varias casas históricas adyacentes, tuvo sus frutos y la construcción del macroedificio se paralizó cuando el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) les dio la razón. Como consecuencia, se anularon las licencias concedidas a la mencionada constructora por parte del Ayuntamiento y finalmente, en 2017, éste decidió comprar el solar por valor de 709.149 euros tras alcanzar un acuerdo con el administrador judicial para darle un uso sociocultural, lo mismo que habían solicitado los vecinos en 2005.


El 23 de septiembre de 2019, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 2 de La Orotava dictó el auto de archivo de la causa penal abierta por la que estuvieron imputados durante 15 años Isaac Valencia, el exconcejal Juan Dóniz, el exsecretario municipal Juan Carlos de Tomás Martí y tres técnicos del Ayuntamiento de La Orotava. En ese momento se cerró el proceso iniciado en 2003 y desde marzo de este año el Atlante comienza a escribir un nuevo capítulo de su historia en la que los ciudadanos también quieren ser protagonistas.

Porque se lo han ganado y porque quieren evitar que se cometan los errores del pasado.
Aunque no se reúna con la misma asiduidad de entonces, el Movimiento Atlante sigue vivo. La pandemia ha sido en parte responsable de este aletargamiento pero también el proceso judicial, que al durar tantos años ha hecho que la gente perdiera un poco el interés.


Pero la realidad es que sus integrantes siempre han velado por el patrimonio de la Villa, porque si algo no se cuestiona desde entonces es que la ciudadanía ha tomado un papel importante en el diagnóstico y la planificación del municipio.


Por eso, están pendientes que el alcalde, Francisco Linares, los invite a conocer de primera mano el anteproyecto que la empresa pública Gesplan ha diseñado para el solar.
“Se ha perdido con pena pero al menos el uso que se le va a dar va a satisfacer las necesidades de toda la ciudadanía”, asegura María Victoria Martínez, quien en su momento fue la presidenta de un Movimiento que vuelve a estar más vivo que nunca, integrado por decenas de personas entre las que se encuentran Toño Sánchez y Juan Pedro Hernández, a su vez miembros de la Coordinadora Ecologista El Rincón, que también resultó fundamental en todo el proceso. Con ellos este periódico recordó lo vivido en esos años.


“Esta experiencia marcó un antes y un después en La Orotava, porque un buen número de personas fueron capaces de ponerse ante la pala para evitar que destruyeran el edificio. La pena fue que no lo hiciéramos en 2003, pero creo que hasta que los vecinos no vieron que se estaba rompiendo la fachada no se lo terminaron de creer. Yo me puse a llorar”, confiesa Sánchez.


En su opinión, ese proceso hizo que el patrimonio cogiese otro cariz y la gente se empezara a preocupar. “Desde ese momento, cualquier proyecto que el Gobierno quiera acometer en el casco histórico se lo va a tener que pensar”, declara.


A raíz de esa acampada que duró 19 días “y 500 noches, como la canción de Joaquín Sabina, porque se hacían muy largas”, bromea Sánchez, se constituyó de manera espontánea el Movimiento Atlante, aunque desde mucho antes los vecinos habían comenzado a organizarse.


“En esa época no había WhatsApp, quedábamos a través del boca a boca para reunirnos en el local de la Coordinadora El Rincón y se votaba todo por unanimidad, porque todos pensábamos lo mismo. Ver el lugar lleno de gente preocupada y dolida por lo que estaba pasando era emocionante”, rememora por su parte Martínez.


Era un grupo conformado por distintas edades “y eso era lo más bonito”, porque la gente más joven con niños pequeños los llevaba y se organizaban juegos y disfrutaban todos juntos viendo películas.


Hubo personas entrañables en el proceso, como doña Vicenta, que vivía enfrente, y Aníbal, su sobrino. A sus casi 90 años, le encantaba bailar y siempre repetía que había bailado mucho en el Atlante. “Contaba eso y unía más al grupo. Porque sentíamos que intentaba proteger una parte de la historia de La Orotava”, sostiene Martínez.


Juan Pedro Hernández también rescata el aspecto sentimental. Cuando la pala estaba rompiendo la fachada, oyó a un señor que mientras la miraba fijo decía en voz alta: ‘Te voy a filmar porque ahí conocí a mi mujer y ella murió hace poco’.


“Te deshacías cuando escuchabas eso”, manifiesta. Su hermano fue operador en el cine durante muchos años. “En muchas ocasiones yo subía y lo ayudaba a rebobinar las películas. Al ver la mesa donde hacía ese trabajo, inclinada, a punto de caer para la calle para que la pala la destruyera, se me saltaron las lágrimas”, cuenta Juan Pedro.


Fue un proceso largo pero a la vez una experiencia ciudadana bonita y emocionante que después todos echaron de menos por la “adrenalina” que se creó en todo ese tiempo.
Tienen cientos de anécdotas y recuerdos. Uno que destacan es cuando el arquitecto fue expresamente al lugar a explicarles el proyecto y todos los presentes le dijeron que “ese edificio no se iba a hacer”. El “pobre hombre” se quedó tan asombrado que se marchó y se fue.


Después de todo lo ocurrido con el Atlante, a esta plataforma ciudadana le hubiera gustado que se siguiera el ejemplo del equipo redactor del Plan Especial de El Rincón, que “antes de trazar la primera raya” se reunió con todas las partes implicadas para tener en cuenta sus sugerencias. Considera que en este caso hubiera sido lo correcto antes de presentar el anteproyecto.


Pese a ello, y a que intuye que está “bastante cerrado”, espera que el grupo de gobierno esté receptivo a escuchar propuestas. Porque si algo queda claro 20 años después, es que la defensa del Atlante no fue en vano y el Movimiento que lleva su nombre seguirá cuidando que no se cometan más injusticias con el patrimonio de la Villa.

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