El hombre acusado de agresión sexual a una joven durante la celebración de festival de música en el sur de Tenerife admitió hoy que es culpable de un delito contra la libertad sexual y que aunque se besaron, en un momento dado la víctima le pidió que no siguiera.
“Mi error fue no dejarla ir cuando me bajé los pantalones y me pidió que parara, de lo que me arrepiento muchísimo y le pido perdón”, señaló hoy el acusado durante la última sesión de este juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife.
Los hechos tuvieron lugar en el verano de 2019 cuando el hombre presuntamente encerró a la víctima en un baño portátil, la sometió a tocamientos y tras bajarse los pantalones, se masturbó mientras que la joven le dejó claro que no quería continuar.
Sin embargo, el acusado dijo que estaba tan excitado que le pidió que esperara hasta que eyaculara, pero negó que hubiese actuado de forma violenta contra ella agarrándola del cuello o impidiéndole salir.
Los informes periciales no han encontrado restos de semen en la ropa de la chica y no hay ninguna herida de importancia, más allá de arañazos.
4 años y medio de cárcel y una orden de alejamiento
La Fiscalía rebajó su petición de penas de 8 a 4 años y medio, al considerar el atenuante de que ha consignado voluntariamente los 12.000 euros de responsabilidad civil en el Juzgado, pero pide que se mantenga la orden de alejamiento y que se le imponga una multa de 200 euros.
La acusación particular solicita, como al principio, los ocho años iniciales y la defensa, la libre absolución, pero en todo caso que se le considerase autor de un delito contra la libertad sexual, por impedirle a la chica salir del baño, pero que no hubo penetración.
El procesado negó que conociera a la chica con anterioridad, dijo que los presentaron en el festival y comenzaron a bailar y hablar de manera que desde un principio “hubo buena afinidad, estuvimos vacilando y nos besamos varias veces”, no sólo una como reconoció la denunciante.
En un momento iban a ir junto con dos personas más al baño, pero las otras se perdieron y se quedaron solos, él hizo sus necesidades en un urinario exterior y ella entró en el portátil. A continuación, la esperó fuera y cuando ella abre, entra sin empujarla, comenzaron a besarse y él le hizo algunos tocamientos “para estimularla”.
Asegura que ni introdujo su dedo en la vagina ni en la boca de la joven y tampoco existió ninguna resistencia más allá de pedirle verbalmente que se detuviera.
Cuando acabó siguieron juntos y fueron a buscar a los otros amigos con normalidad, aunque él iba detrás porque estaba mirando el móvil, dijo que ella nunca le informó de que tenía novio, como aseguró ayer la denunciante.
Reiteró que podía haber salido en cualquier momento del baño, que jamás la vio llorar, que estaba bastante bebido, había esnifado una raya de cocaína y que nunca habló de lo ocurrido con nadie, excepto con el amigo al quien sí le dijo que se había enrollado.
Las consecuencias psicológicas para la víctima se han intensificado
En cuanto a los informes periciales se ratificó en que no se encontraron restos de semen ni de ADN del procesado en las ropas que aportó la joven un mes después, un plazo que no tiene importancia a la hora de identificar las pruebas a lo que se une que según la policía se cumplieron con todos los protocolos.
Las psicólogas indicaron que el relato de la víctima es “coherente, verídico y aunque tiene algunas lagunas” es compatible con haber sufrido un episodio traumático y también es normal que primero hubiese confesado a un amigo lo ocurrido y luego a la madre.
Otra especialista manifestó que la joven no tenía antecedentes de ansiedad, pero que a partir de este suceso se han identificado un conjunto de sentimientos como de culpa, trastornos del sueño y también ideas suicidas que se habían presentado cuando tenía 16 años, pero que ahora se han intensificado.
El hecho de haber transcurrido dos años hasta que fue tratada puede suponer un agravamiento de las secuelas, dijo una de las peritos.