La Comisión General de las Comunidades Autónomas aprobó por unanimidad, el 26 de junio de 2018, una moción que reconocía a La Graciosa como la octava isla habitada de Canarias. Seis siglos antes de esta decisión histórica, concretamente durante el proceso de conquista (1402-1496), los barcos castellanos habrían arribado a las costas de las Islas Salvajes, ubicadas a 165 kilómetros del Archipiélago, que posteriormente fueron propiedad privada de familias de Madeira hasta que el Gobierno luso las compró y creó una reserva natural en 1971.
Este territorio que pertenece a la región de la Macaronesia, al igual que Canarias, Azores, Cabo Verde y Madeira, consta de tres islas mayores, Salvaje Grande, Salvaje Pequeña y Ilhéu de Fora, así como varios islotes, y se encuentra situado a 280 kilómetros de Madeira, de la que forman parte administrativamente.
Sus tierras, que abarcan un espacio de 2,73 kilómetros cuadrados, dan cobijo a 150 especies de plantas y están consideradas un paraíso ornitológico. Además, curiosamente, el naturalista francés Jacques Cousteau aseguró que sus aguas eran las más limpias y transparentes que había visto.
¿Por qué las Islas Salvajes no forman parte de Canarias?
España y Portugal mantuvieron algunas disputas por la soberanía de este territorio. Sin embargo, el autor de Orgullo Canario, Airam González del Rosario, señala en su obra que en 1938 la Comisión Permanente de Derecho Marítimo Internacional “emitió un dictamen en favor de Portugal, aunque España no tuvo la oportunidad de defender sus intereses debido a estar inmersa en la guerra civil”.
González del Rosario indica que “finalmente, en 1997, España cedió por ser requisito para poder formar parte de la OTAN y reconoció los derechos de Portugal sobre el pequeño archipiélago pero no de las aguas que siguen siendo españolas por ser islas deshabitadas, aunque Portugal no está conforme al creerlas habitadas por los técnicos y científicos”.
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