Comer papas arrugadas con mojo picón en Canarias es casi un ritual gastronómico que traspasa fronteras. Este plato tradicional -y, probablemente el más popular en las Islas-, más que una delicia culinaria, es un emblema cultural. Pero, ¿qué sucede si lo comemos todos los días? ¿Qué impacto tendría en nuestro cuerpo?
Empecemos por lo positivo. Las papas, ricas en carbohidratos y fibra, proporcionan una fuente de energía constante, ideal para el ajetreo diario. Además, su contenido en potasio contribuye al equilibrio de los electrolitos, favoreciendo la función muscular y cardíaca.
Y no olvidemos el mojo picón, esa salsa picante y sabrosa que, según algunos estudios, podría tener efectos antioxidantes gracias a sus ingredientes como el ajo y el pimiento.
Pero, como en toda historia, también hay una contraparte. El consumo excesivo de papas, especialmente si están acompañadas de un mojo picón cargado de aceite y sal, puede tener repercusiones en la salud.
Lo menos bueno
El exceso de calorías y grasas saturadas puede desencadenar problemas cardiovasculares y aumentar el riesgo de obesidad. Además, el alto contenido de sodio en el mojo picón podría contribuir a la hipertensión arterial si no se consume con moderación.
Así, la clave está en el equilibrio y la moderación. Disfrutar de las papas arrugadas con mojo picón de vez en cuando como parte de una dieta variada y equilibrada es totalmente compatible con un estilo de vida saludable.
Recuerda acompañar este manjar con una buena dosis de verduras y proteínas magras para asegurar un aporte adecuado de nutrientes.