Pocas horas hicieron falta para que la erupción del volcán de Cumbre Vieja, en La Palma, desatara una oleada de solidaridad hacia quienes estaban sufriendo las consecuencias de un fenómeno natural tan devastador. Y ya no solo mediante las cuentas bancarias que se habilitaron para la recepción de donaciones. También los hubo que pusieron en marcha mecanismos para hacer llegar a la Isla Bonita todo tipo de enseres, desde camisetas hasta muebles y cacerolas; lo necesario para comenzar una nueva vida tras la catástrofe, que se llevó por delante alrededor de 3.000 edificaciones.
El 20 de septiembre de 2021, segundo día de la emergencia, la doctora tinerfeña Carmen Solana cogió un avión desde Reino Unido hasta Canarias. Se tomó unos días libres en la Universidad de Portsmouth, donde trabaja impartiendo clases sobre, precisamente, la ciencia que estudia los volcanes, para poner a disposición de la comunidad científica del Archipiélago sus conocimientos, como miembro de la red internacional de expertos del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan). Así, estudió jornada tras jornada las coladas de lava -su especialidad- valiéndose, entre otras herramientas, de imágenes captadas por drones.
Sobre el discurrir de estos ríos de rocas fundidas, la reputada científica declaraba a DIARIO DE AVISOS que había sido “bastante dramático” para ella, desde el punto de vista humano, la desaparición del barrio de Todoque, en Los Llanos de Aridane. Sobre todo, por la lentitud del avance del basalto, lo que hacía más desesperante el inevitable final para los vecinos. Ya a principios de octubre, en conversación con este periódico, hablaba de la posible existencia de “tubos lávicos”, como más tarde se confirmaría.
A estas aportaciones intelectuales, que permitieron estudiar, predecir y tomar las medidas oportunas durante la erupción, se suman aquellos que, a pesar de la distancia, lo dieron todo por su Isla. Es el caso del grupo de nueve palmeros residentes en la capital del Reino que decidió aportar su granito de arena organizando, con escasos recursos, una recogida de donativos materiales en distintos puntos de la Comunidad de Madrid.
Sandro Gómez, Bea Barreto, Pablo Pérez, Noe Nazco, Thalía Pérez, Jorge Barreto, Jenny Tzimas, Marta Gómez y Rocío Barreto hicieron un llamamiento en redes sociales: aquellas personas que quisieran respaldar al pueblo de La Palma podían hacerlo en los lugares y horarios que indicaban. Un gesto que fue secundado por millares de personas, que anegaron los puntos de recogida de bolsas, paquetes y bultos voluminosos, lo que abrumó a los convocantes, reconociendo que nunca esperaron una respuesta de tal magnitud. De la mano de la Policía Nacional, la Fundación Cooperación Solidaria, Correos e Iberia, hicieron llegar las donaciones a los damnificados.
Aunque si hubo un lugar en el que, desde el 19 de septiembre hasta el 13 de diciembre -cuando, a efectos prácticos, dejó de escupir lava el Cumbre Vieja-, se apreció la unión de los isleños, fue en los centros de coordinación. En el Recinto Ferial de El Paso o el polideportivo Camilo León de Los Llanos de Aridane, convergían palmeros, tinerfeños, herreños, gomeros, canariones, conejeros y majoreros. Todos sumando, todos a una, en el mismo barco y trabajando hasta la extenuación. Esa es la magia de las denominadas Islas Afortunadas: su capital humano.