la palma

Los nativos hawaianos dicen ahora no tener prisa para decidir sobre el TMT

Dos representantes de los detractores al telescopio en la isla del Pacífico afirman a la revista ‘Science’ que, en lo que a ellos respecta, pueden negociar “hasta 2028”; las alegaciones al proyecto retrasan los trámites
Recreación del Telescopio de Treinta Metros, que aspira a ser el más grande del hemisferio norte | G3 ENGINEERING

Las autoridades hawaianas desprendían optimismo, el pasado mes de diciembre, con la posibilidad de que el Telescopio de Treinta Metros (TMT, por sus siglas en inglés) se instale en el monte de Mauna Kea, frente a la oposición con la que se habían topado desde 2015 por parte de grupos nativos que consideran la montaña “sagrada” según su cultura.

Y es que dichos colectivos, llamados kia’i, habían visto con buenos ojos el plan de no ocupar más suelo para emplazar el que aspira a ser el instrumento óptico más potente y avanzado jamás construido, sino aprovechar las áreas donde se ubican aparatos que, por su antigüedad, van a ser desmantelados. No obstante, esas aparentes malas noticias para La Palma, opción B de los promotores del proyecto, parecen haber dado un vuelco en los últimos días.

El tiempo es el gran enemigo del TMT, impulsado por un consorcio internacional al que pertenecen los gobiernos de China, Japón, India y Canadá, aparte de entidades privadas de Estados Unidos. Primero fueron las protestas -y denuncias- de los detractores en Hawái las que dilataron los plazos, y más tarde se sumaría la pandemia.

Dichos retrasos trajeron consigo sobrecostes, de ahí que se acudiera a la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) norteamericana en busca de fondos. Así, el organismo decidió hacer del telescopio su mayor inversión en astronomía desde la Tierra para la próxima década, estudiando inyectar 800 millones de dólares. Aunque el problema con los nativos persistía.

Como gesto hacia los kia’i, y en aras de demostrar a la comunidad científica internacional que cultura y conocimiento pueden coexistir, las autoridades crearon una Junta Administradora del Observatorio de Mauna Kea con representación de estos colectivos, para que fueran partícipes de las decisiones.

Sin embargo, pese a las informaciones que apuntaban a que los hasta ahora detractores habían dado pasos firmes hacia un entendimiento con el consorcio, sus portavoces señalaron la semana pasada que no están interesados en tomar decisiones con celeridad -como requieren los promotores-. Apelan, de hecho, a que la Junta tendrá vigencia “hasta 2028”, y ese es el único marco temporal que manejan.

Así lo declaró una de las ancianas más respetadas de los nativos, Noe Noe Wong-Wilson, en una entrevista con la revista Science. Preguntada por los estudios de la NSF para entrar en el proyecto, que se estima puedan estar finalizados en el último trimestre de 2024, la kupuna indicó que, con independencia de lo que elija hacer Washington, su interés es definir exactamente qué superficie van a ocupar los telescopios y si se van a respetar los acuerdos de los años 50: “Ellos pueden decidir lo que quieran; nosotros tenemos hasta 2028 para deliberar”.

Por otra parte, según el Star Advertiser, la NSF también está experimentando retrasos en sus valoraciones, visto el volumen de alegaciones presentadas en el periodo de exposición pública de la iniciativa. Se estima que fueron registradas unas 2.500 instancias con cerca de 7.000 observaciones. “Estos comentarios deben ser tomados en cuenta”, dijo Martha Clinck, portavoz de la institución, al medio.

No en vano, los científicos de medio mundo tienen su mirada puesta en el TMT. La Sociedad Astronómica Americana (AAS), sin ir más lejos, abordó la semana pasada en Seattle el futuro del aparato como un tema capital.

LOS RETRASOS EN HAWÁI, OXÍGENO PARA LA PALMA

Que los kia’i no tengan prisa en las negociaciones sobre el terreno que ocuparán los telescopios juega en contra de Hawái como sede del TMT, y, por tanto, en favor de La Palma. Ya India y Canadá se habían llegado a mostrar favorables a la opción palmera por los retrasos derivados del problema en la isla del Pacífico, y los plazos que se manejan actualmente, a priori, hacen peligrar que el instrumento pueda quedarse obsoleto, considerando que en su construcción se invierten 10 años.

Frente a la enquistada situación al otro lado del Charco, en Canarias el proyecto cuenta con una amplia aceptación popular, como se desprende de las encuestas realizadas por el consorcio. El único opositor era un colectivo ecologista, Ben Magec, que perdió su batalla en los tribunales contra los promotores, el Cabildo y el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), quienes recurrieron una sentencia que, inicialmente, daba la razón al grupo verde, como adelantó en exclusiva DIARIO DE AVISOS.

Es por eso que en el Roque de los Muchachos el TMT cuenta con licencia de obra concedida y, ahora sí, sin impedimentos para arrancar.

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